Capítulo 5. Celos.
Zael apenas y se acostumbraba a la rutina agotadora que llevaba Leonard. Estaba impresionado por lo temprano que se levantaba, incluso para él (que no dormía de modo convencional) le costaba salirse de trance para seguirle el ritmo al psiquiatra. La mañana de ese miércoles, el demonio se quedó en el apartamento de Leonard durante el tiempo que se ejercitaba; preparaba café para ambos. Zael sólo buscaba una forma de perpetrar en el hermético corazón de Leonard, y como los pensamientos de este eran tan metódicos era difícil averiguar que le gustaba y que no. El estúpido humano era médico ¿A qué médico no le gusta el café?
El psiquiatra regresaba de trotar a las seis con menos cinco de la mañana, al entrar al apartamento el aroma del café le recibió distrayéndole de su cronómetro.
—Lu... —no terminó de pronunciar aquel nombre. Sonrió iluso al estúpido pensamiento y negó con la cabeza cerrando la puerta. Su acompañante de apartamento era un inescrupuloso demonio que se hacía llamar Zael—. Pensé que dormías —dijo entrando a la cocina. Se sirvió del filtro un poco de agua en un vaso bebiéndola de un solo trago.
—Quisiera, pero te despiertas endemoniadamente temprano, ni pude levantarme esta vez para seguirte —murmuró sincero el demonio acompañando su respuesta con un bostezo. Ya con el café listo se sentó frente al mesón, se frotó el ojo derecho mientras veía a Leonard—. Buenos días, a propósito...
—Buen día —respondió el galeno girándose para observarlo—. Deberías dejar de insistir en seguirme, no es tu obligación —se encogió de hombros y se dispuso a lavar el vaso que había usado.
—No... Me gusta ver lo que haces —murmuró Zael esbozando una pequeña sonrisa—. No te preocupes, no molestaré —movía la taza de café en semicírculos mientras veía el líquido dentro moverse.
—Terminarás aburrido como siempre, no sé porqué sigues insistiendo con eso. No pasará nada diferente a lo que ya has visto —"no quiero que sigas distrayéndome".
—Prometo que esta vez me quedaré tranquilo —sonrió gustoso—. Me da curiosidad como tratas con los locos que van de consulta.
—No te expreses así de esas personas. No es un juego —le riñó. Se dispuso entonces a preparar un desayuno rápido con pan tostado.
—Ya, ya —resopló Zael recostando la mejilla en la mano empuñada.
Leonard se mantuvo en silencio terminando de preparar el desayuno, Zael le seguía con la mirada cada movimiento que realizaba hasta el instante en el que terminó de desayunar y salió de la cocina para ducharse. Zael bebió el café que se había preparado y luego de lavar la taza con obediencia, se quedó esperando paciente a que el humano terminara de acicalarse. Quizás era el adormecimiento de la madrugada o la rutina que llevaba Leonard, pero se encontraba tan calmado que no parecía él. Ni se percató que Leonard no bebió del café que había preparado para ambos.
—¿Seguro que no te quieres quedar? —preguntó Leonard al salir y encontrarse al demonio que le esperaba en el sofá.
Zael no desaprovechó la oportunidad de pulular su aura seductora con Leonard en ese impecable traje, le devoraba con la mirada desde los pies a la cabeza. Para ser tan religioso y buen samaritano es un humano muy vanidoso para el vestir, pensaba.
—Ya decidí acompañarte —sonrió más despierto—. No tengo mucho qué hacer tampoco, así que no me harás cambiar de opinión.
Leonard, quien aun se sentía abochornado y molesto por la descarada mirada que le dio Zael, suspiró al final vencido y dejó caer los hombros.
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El Psiquiatra del Demonio
FantasyCada momento del día estaba cronometrado, cada minuto planificado y cada segundo aprovechado, y Leonard Bless ya tenía dos años viviendo de ese modo. Desde que se había divorciado de la mujer que amó, no veía otra cosa que fuese el trabajo, investi...