Capítulo 14. Destruyendo tabúes.
—Trayendo, porquerías a la casa como siempre, no aprendes —negó con la cabeza. Pero, pese a sus palabras, le dedicaba una sonrisa que acompañaba a sus irises ambarinos; se notaba a leguas lo feliz que estaba por volverle a ver, y no lo disimulaba muy bien.
—No es para la casa, es para mí de todos modos —respondió bajito. Había tenido la mirada baja todo ese tiempo y fue en ese instante que decidió alzarla. Se encontró con esa cálida expresión, sintió un cosquilleo raro en el estómago—. Hola, Leonard —sonrió leve, contagiado por la expresión del otro ¿De verdad podía verse así de feliz ese estúpido humano? ¿De verdad le estaba sonriendo de ese modo a él?
—Hola —contestó el castaño. Terminó de entrar al apartamento y cerró la puerta. Se acercó a Zael apretando la caja de pizza con más fuerza de la necesaria, sus manos temblaban—. Te, te eché de menos ¿Sabes? —balbuceó. Se sentía nervioso, y la imagen de Zael besándolo volvió a su mente de forma abrupta ¿Era necesario recordar algo como eso en ese momento?
—¿En serio? ¿Seguro que no mientes? Estás temblando —rio suave tomando la caja. No quería enfrentar tan directo a Leonard, así que aprovechó la excusa de la pizza y se dio la vuelta para llevársela a la cocina. Se había prometido no volver a leer los pensamientos del castaño, pero era tan claro el nerviosismo que este expresaba que no había necesidad de hacerlo de todos modos.
Leonard frunció el ceño y sintió la cara mucho más caliente de lo que ya la tenía. Se aclaró la garganta y se acomodó los lentes siguiendo a Zael.
—¿Por qué te mentiría? —dijo quedándose en el umbral de la cocina. Las manos seguían temblándole por los nervios y el corazón tamborileaba fuerte contra sus tímpanos ¡Cálmate!— De veras, te eché de menos...
—Yo también te extrañé —le dedicó una sonrisa, estaba sentado frente a la caja de pizza, esforzándose por aparentar tranquilidad; se sentía un poco tenso estando con el humano. Suspiró con discreción— ¿Cómo has estado? —ahora no le veía, jugaba con el papel de la nota entre sus manos.
—No tan bien como te ves tú —dijo bajando la mirada. Se guardó las manos en los bolsillos y se apoyó al marco—, viviendo por inercia —sonrió leve encogiendo los hombros.
—Yo siempre me veo bien físicamente Leonard, cosas de ser lo que soy —dijo más en broma que otra cosa.
Leonard rio bajito y asintió con la cabeza.
—Es cierto —apretó los dedos, ahora sudorosos, dentro del pantalón.
Hubo un silencio de varios segundos en el que Zael volvió hablar por la presión del mutismo.
—Así que, viviendo por inercia ¿Hmm? —dobló el papel por la mitad, girándolo entre sus dedos.
—Sí —se aclaró la garganta ¿Podrías dejar de pensar en aquel momento? —. La verdad es que me hace mucho falta que andes pululando a mi alrededor. Volví a ese estado lúgubre y silencioso que ya había olvidado... —confesaba con sinceridad manteniendo la voz baja.
Zael arqueó las cejas por la sorpresa que le causaron aquellas palabras y levantó la mirada hacia el mayor. Leonard se veía pequeño en ese marco, con ese nerviosismo tan adorable que le caracterizaba cuando era tan abierto, y el sonrojo ligero que... Agitó la cabeza con disimulo y volvió la vista a la nota. No te ilusiones, se repitió.
—Vaya —susurró— Es muy extraño que necesites a un demonio en casa —rio alzando un hombro—. No estoy seguro de si alegrarme o entristecerme porque digas eso.
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El Psiquiatra del Demonio
FantasyCada momento del día estaba cronometrado, cada minuto planificado y cada segundo aprovechado, y Leonard Bless ya tenía dos años viviendo de ese modo. Desde que se había divorciado de la mujer que amó, no veía otra cosa que fuese el trabajo, investi...