3. El encantamiento del demonio
Zael había logrado paralizar a Leonard manipulando su miedo. Los orbes brillantes en plata del demonio se clavaban en los aterrorizados ámbares. Separó los labios del castaño con el pulgar sonriéndole ladino y fue en ese momento que este se empujó hacia atrás con fuerza liberándose de su control una vez más.
El demonio parpadeó sorprendido por aquel acto, ¿Pero cómo...? Pensaba frunciendo el ceño por aquella rebelión. Era imposible, ningún humano, nunca, había sido capaz de escapar de su dominación como ese obstinado hombrecillo.
—N-no me toques —dijo Leonard con voz entrecortada. Esa situación se salía de su comprensión y la incertidumbre de lo que pudiese pasar lo tenía con el corazón en la garganta, su mente trataba de elaborar un plan de escape pero el miedo le tenía hecho un caos.
—¿Ya no eres tan temerario verdad? —soltó Zael viéndole receloso. Su interés por Leonard Bless iba en aumento minuto a minuto. Un humano así jamás se desaprovechaba, encontrar uno era sacarse la lotería.
Leonard aguardaba en silencio respirando agitado, el demonio acercó el rostro al de él mientras le sonreía. El castaño se pegó a la pared lo más que pudo ladeando el rostro hacia un lado, apretaba fuerte los párpados en rechazo a esa cercanía.
—No quería llegar a esto —susurró Zael cerca del oído del más alto. Colocó la mano en el pecho de este y la subió rodeándole el cuello—, por eso te dije que te acostumbraras.
—Detente, por favor —siseó con los dientes apretados.
Zael veía sorprendido las manos del psiquiatra, estaban empujándole del pecho, ensanchó una sonrisa y se hizo entonces hacia atrás soltando un silbido. Se puso de pie dando un par de palmadas.
—De acuerdo —exclamó con desdén, sus ojos por otra parte brillaban en emoción. La resistencia de ese humano aumentaba sus ganas de devorarlo—, porque hoy me siento bueno —soltó una risilla—, te daré espacio para que dejes de verte tan patético. Incluso te dejaré el resto de la pizza por si quieres comer —bostezó y salió de la cocina dejando al psiquiatra solo.
Leonard estaba reducido contra la pared respirando agitado. Inseguro fue separando los párpados, dio una mirada general a la cocina confirmando estaba solo y suspiró aliviado pasándose la mano por el cabello.
¿Comer? ¿Comer? Con un demonio paseándose por su casa así ya hasta el apetito, si alguna vez lo tuvo, se le había ido.
Está bien, está bien, está bien, Leonard cálmate y respira. Esto debe tener una explicación razonable. Se decía para sus adentros, aunque al final todo terminaba en la misma desesperada interrogante: ¿Cuál? Se sentía acorralado y a merced de ese demonio ¿Cuál era el fin de dejarlo a la expectativa? ¿Desesperarlo?
Zael estaba recostado en el sofá, se fastidio tanto de escuchar los pensamientos desordenados del doctor que decidió ignorarlo. Que obstinado, y Leonard se salvaba de que Zael no fuese de esos demonios violentos; él prefería jugar. Fingía ser humano divirtiéndose con ellos mientras les torturaba la psiquis, era así mucho más gratificante la recompensa.
El galeno por su parte trataba con torpeza de recuperar la compostura, estaba cerca de la ventana y se levantó para asomarse por esta. Se replanteó la idea de lanzarse contra los cristales pero la caída desde un quinto piso no era una idea muy inteligente. Apretó los dientes y el puño con fuerza, se decía a sí mismo que se calmara. No le quedaba de otra que tratar de negociar con ese... demonio. Leonard respiró profundo, se recordó que Dios estaba de su lado así que no iba a mostrar temor ante un engendro como el que había entrado a su casa. Todo va a estar bien, se repetía.
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El Psiquiatra del Demonio
FantastikCada momento del día estaba cronometrado, cada minuto planificado y cada segundo aprovechado, y Leonard Bless ya tenía dos años viviendo de ese modo. Desde que se había divorciado de la mujer que amó, no veía otra cosa que fuese el trabajo, investi...