Cortesía de la casa

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Capítulo 13. Cortesía de la casa.

Los primeros días sin Zael fueron duros para Leonard, se había acostumbrado a su presencia a tal punto que el silencio le hacía un ruido espantoso cuando llegaba a casa. Pensó que se adaptaría a su ausencia, que todo poco a poco iba a mejorar, después de todo a él no le gustaba Zael de ese modo.

Pero, no fue tan sencillo como pensó.

Leonard era un hombre de sentimientos intensos, más allá de su coraza disciplinada y firme, era tan sensible que la depresión era una condición a la que se veía fácilmente arrastrado si se descuidaba. Con Lucy había sufrido mucho, y ahora con todo lo que pasó con Zael revivía ese dolor. No sabía si era traición a sus creencias, o la mirada dolida que Zael le dedicó antes de irse, pero el pecho le apretaba y el nudo en la garganta no le dejaba respirar cuando lo recordaba. La ausencia del demonio parecía hacerse más difícil de sobrellevar a medida pasaban los días.

—Hey ¿Qué pasa?

La voz de Christian le había sacado de su ensimismamiento y retomó el almuerzo que compartía con este. Le vio y negó con la cabeza sonriendo leve mientras seguía con su comida. Ya estaban en octubre, el primer día del mes, día del cumpleaños número veintidós de su hermano menor y este siempre lo pasaba en Londres para celebrar con sus amigos. Desde hacía tres años, Leonard siempre le invitaba un almuerzo a Christian en el lugar de su preferencia como regalo (una especie de reconciliación con él luego de un fuerte problema del pasado). Y también era el único momento del día en el que lo vería de todos modos.

—No es nada.

—¿No es nada? —frunció el ceño— ¿No me digas que aún sigues jo-... mal por lo de esa pe-... mujer? —parecía costarle trabajo hablar sin malas palabras cuando mencionaba a la exesposa de Leonard, y se notaba en su expresión. Christian la detestaba.

Leonard le veía y sonrió volviendo a bajar la vista al plato.

—Christian, cuida tus palabras.

—Lo siento —musitó bajando la mirada también.

—No es nada. No tiene que ver con Lucy, sólo estoy muy cansado —mintió—. Pero no hablemos de eso ¿Cómo va todo en la universidad?

Era obvio el cambio de tema y Christian sólo se limitó a seguir la corriente.

—Sabes que todo va a la perfección —sonrió de nuevo, con algo de altivez—, se trata de mi después de todo —agregó socarrón.

Leonard rio bajito por los comentarios de su hermano.

Algo que caracterizaba al joven rubio era ese egocentrismo y orgullo del que se jactaba por su coeficiente. Era estudiante de ingeniería química, con las más altas calificaciones y un record académico envidiable. Cualquiera que viera su desempeño académico aseguraría que es un chico perfecto, pero su vida distaba bastante de eso.

—Si tan sólo dejarás de...

—Por favor —le interrumpió volviendo a bajar la mirada—, con todo el respeto que te mereces, no quiero que me hables de lo que hago en mi tiempo libre.

—Christian, eso te hace daño. Fumar, beber alcohol, desvelarte en fiestas todos los fines de semana. Tienes que parar, por el amor a Dios —insistió pese a la petición del chico.

—No empieces como papá y mamá, te lo suplico —murmuró apretando los cubiertos con las manos—, todo está bien ¿De acuerdo? —sonrió casi como una mueca y le volvió a ver— Además, deberías hacer algo con esas ojeras, yo soy quien me trasnocho pero luzco más fresco que tú —cerró un ojo buscando desviar la atención a Leonard.

El Psiquiatra del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora