Capítulo 9. En el subconsciente siempre yace la verdad.
Leonard pasó casi dos semanas sumido en un estado de depresión producto del encuentro con su exesposa, y los tres primeros días luego del desafortunado momento fueron una pesadilla para Zael. El galeno estaba tan ido y desganado con todo lo que hacía que llegaba al punto de exasperar al demonio ¡Ya ni si quiera era autómata obsesivo con los minutos y segundos!
Zael lograba distraer a Leonard por algunos minutos, con sus comentarios subidos de tono o abusando de la cercanía que este le permitía, pero al rato el humano volvía a hundirse en ese estado anímico estuporoso que hasta al demonio le estaba afectando el humor.
Sin embargo, esos últimos días, Zael creyó que ya estaba todo mejor puesto que el galeno estaba hablando más e incluso llegaba a sonreír. Hasta la mañana de ese sábado en el que se completaban las dos oscuras semanas. Al demonio le extrañó no ver levantado temprano a Leonard, como de costumbre, para ir a correr o hacer cualquier cosa fastidiosa que hacía el hombre desde tan temprano. Se atrevió a husmear en la mente del mayor y resopló encontrándose con las divagaciones de este sobre el pasado ¿Cuánto tiempo más pensaba estar con la cabeza llena de esa maldita perra? Estúpido humano, es a mí a quien tienes que mirar, pensaba Zael con obstinación.
-Leonard –tocó la puerta de la habitación del mayor varias veces. Si tenía que bailarle desnudo en frente para que le prestara atención, lo haría ¡Maldito humor de Leonard y maldita perra, tenían que joderlo todo!- ¿Ya te despertaste? ¿No irás a correr? –continuó tocando, y al no recibir respuesta, haló el picaporte- Voy a entrar.
El demonio encontró al galeno desparramado en la cama viendo al techo, aun ajeno a lo que sucedía a su alrededor, ni se percató de que Zael había entrado.
—Leonard —llamó de nuevo al mayor sentándose en la cama. Frunció los labios fastidiado ¿Cómo te puedes hundir tanto por esa jodida arpía?
El mencionado dio un respingo cuando sintió la mano de Zael en el brazo y suspiró cerrando los ojos.
—Zael, debes tocar antes de entrar —musitó tallándose los ojos.
El demonio frunció el ceño más molesto de lo que ya estaba.
—Llevo alrededor de diez minutos tocando la maldita puerta —siseó entre dientes—, no me jodas.
—Oye —le vio de nuevo—, no tienes que expresarte de esa forma, que grosero.
—Bueno, yo estoy preocupado por ti y lo primero que haces al salir de ese estúpido ensueño del que no te da la gana salir, es regañarme —se cruzó de brazos enojado.
El galeno parpadeó con sorpresa y le sonrió con algo de pena.
—Discúlpame —se cubrió los ojos con el antebrazo—, yo, yo no me di cuenta —musitó.
Zael se quedó observándolo varios segundos y cerró los ojos negando con la cabeza.
—¿Cuánto tiempo piensas estar así? —preguntó— No haces más que lamentarte por esa mujer, ya basta.
—¿Eh? —le vio de nuevo— ¿Por qué...? —rodó los ojos y agitó la cabeza— Deja de andar husmeando en mi mente, por favor.
—Te vas a enfermar, pareces autómata, ya ni si quiera quieres jugar conmigo. Te he dado espacio, no te he molestado para que te recuperes, pero sigues igual, ya basta. Estoy cansado, estoy aburrido, no me prestas atención y ya van dos sábados que te levantas a esta hora ¡Leonard! –le tomó del brazo y lo agitó- Es suficiente.
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El Psiquiatra del Demonio
FantasyCada momento del día estaba cronometrado, cada minuto planificado y cada segundo aprovechado, y Leonard Bless ya tenía dos años viviendo de ese modo. Desde que se había divorciado de la mujer que amó, no veía otra cosa que fuese el trabajo, investi...