Queen's

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Capítulo 17. Queen's

Zael podía entrar al mismo sitio mil veces y las mil veces observaba todo como si fuera la primera vez que iba, evaluando los detalles, los humanos y la energía. Eso le ayudaba a familiarizarse con el sitio, a mezclarse más fácil con la gente y, ahora que estaba con Leonard, a cerciorarse de que rondaran por allí presencias no deseadas. Sonrió a Leonard cuando se encontró con su mirada mientras caminaban, todo estaba bien.

—Vamos a pedir los patines —dijo señalando la zona donde estos últimos se encontraban.

Leonard tenía una expresión resignada en el rostro, Zael escuchó una vieja memoria de un pequeño cayéndose en un lago congelado, se rompía la cabeza... De inmediato bloqueó los pensamientos provenientes del psiquiatra, a pesar de ese recuerdo no iba a dejar que se retractara a patinar. No iba a permitirlo. Y le había prometido a Leonard no leer más su pensamiento.

Zael distrajo a Leonard mientras le ayudaba a ponerse los patines, se contenía para limitar las demostraciones de afecto público (era Leonard después de todo) y le aseguraba que no le iba a dejar caer por nada del mundo.

—¿Listo? Vamos —exclamó ofreciéndole la mano para ayudarle a parar.

El rostro de Leonard expresaba un "claro que no estoy listo", pero de igual modo le tomó la mano y Zael le sonrió amplio mientras lo arrastraba consigo hacia la pista. Justo antes de pisar el hielo, Leonard le detuvo:

—¿Sabes qué? Creo que mejor me quedo aquí y te veo —sonrió nervioso.

Zael apretó los labios para no reír y arqueó una ceja mientras negaba. Le sonrió amplio de nuevo.

—Nada de eso, al menos debes intentarlo ¿No crees? Ven —dijo tomándole de ambas manos—, sostente de mi todo lo que necesites —le dijo con tal dulzura que hasta él mismo se sorprendió.

—Te dije, que era un desastre, en esto...

Leonard se aferró con fuerza de los antebrazos de Zael, su postura no era nada grácil por la forma en la que buscaba su centro de gravedad. Su expresión de pánico era imposible de ocultar.

—Tranquilo Leo —susurró Zael—, no voy a soltarte. Tómate tu tiempo, soy paciente.

Leonard arrugó el ceño y levantó la mirada hacia el moreno para después volver a bajarla al suelo. Sus pies se movían alternantes hacia atrás y adelante, a veces rápido, a veces lento, en un intento por no perder el equilibrio. Negaba repetidas veces con la cabeza.

—Esto no está funcionando —jadeó Leonard yéndose hacia delante.

—Con calma, trata de no mover los pies un momento. Yo te sostengo —dijo Zael tratando de no reírse.

—Te estás burlando —murmuró Leonard—, te vengas, por todos los berrinches, que te he cortado —se volvió a ir hacia adelante, la frente de este descansaba en el hombro de Zael mientras apretaba fuerte los ojos. Leonard creía que iba a caerse.

—No me estoy vengando —suspiró—, calma —volvió a decir paciente—, estás muy tenso, relájate, no voy a dejar caerte. Si te mueves un paso a la vez, encontraras tu equilibrio.

—Si me muevo, encontraré mi equilibrio en el piso —farfulló viendo el hielo bajo sus agujetas con suma concentración.

Zael estuvo a punto de soltar una carcajada, pero se contuvo por respeto a Leonard. Los humanos y sus absurdos miedos eran divertidos, pensaba el demonio mientras dejaba que Leonard se aferrara a él todo lo que quisiera.

—Sostente fuerte, ya verás que sí puedes —dijo riendo muy bajito.

Leonard intentó enderezarse, y lo hizo tan rápido que se soltó de Zael y se fue hacia atrás cayendo sentado en el hielo. Cerraba los ojos con fuerza y se tragó un quejido de dolor por el golpe en el cóccix. Algunas risas se escucharon, pero ambos las ignoraron. Leonard por el dolor y Zael por la preocupación de que este se hubiese lastimado.

El Psiquiatra del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora