La hija del doctor se deleitaba con la suave melodía que su libre imaginación había trabajado para componer, dejando que sus dedos revolotearan sin ataduras sobre el teclado del elegante piano de cola negro de la biblioteca de la mansión. Una sensación extrañamente agradable le provocaba el acariciar las mismas teclas que un día rozaron los dedos del antiguo propietario... y no podía evitar preguntarse si tanto él como su demostrada amante habían estado tiempo atrás sentados justo donde estaba ella ahora, frente a aquel mismo atril, escuchando tal vez una melodía similar.
A pesar de los acontecimientos ocurridos meses atrás en aquella misma estancia y del hecho de que Belinda hubiera devuelto todo lo encontrado en la sala de la torre del ala este, la nueva propietaria de la mansión seguía sintiendo un palpitante vínculo con la historia que aquellos silenciosos muros guardaban bajo llave como recuerdos del pasado. Sentía que, de alguna forma, ella misma formaba parte de esa historia al compartir hogar con sus protagonistas... Casi podía notar sus presencias frente al poderoso instrumento, justo a su lado, ayudándola a moverse con el fin de poder expresar a través de sus manos todos los secretos que el fuego había intentado callar.
Sin embargo, por muy lúgubre y tétrico que pareciera pensar en ello, no le resultaba incómoda la sensación de su silenciosa e invisible compañía... aunque prefería no contarle nada a Belinda ahora que la situación de ambas se había encauzado por el camino de la calma. Por eso esperaba paciente a que llegara el momento de privacidad en el que la italiana se fuera al pueblo para intentar fortalecer ese vínculo con el recuerdo de los antiguos inquilinos de la mansión, dejando que su propia voz formara también parte de la melodía y expresara de igual modo las esperanzas, sensaciones y sueños vividos en el interior de aquel edificio hacía décadas.
Aquella tarde se cumplieron los requisitos necesarios para que la hija del doctor se sentara ante el vacío atril y desencadenara su pasión ante el teclado, así que pasó las largas horas que tardó la italiana en ir y volver del pueblo tocando y cantando, sintiéndose plena y acompañada de nuevo. O, al menos, así fue hasta que Belinda irrumpió en el gran salón con el corazón en un puño y cara de espanto y comenzó a llamarla a gritos mientras corría todo lo rápido que sus castigadas piernas le permitían en dirección a las escaleras que le conducirían a la biblioteca de la primera planta, donde se encontraba la chica.
Como siempre, la hija del doctor había percibido el ronroneo del motor de la destartalada camioneta de la italiana acercarse a la mansión y detenerse en el jardín delantero cubierto por un espeso manto de nieve. Sin embargo, en cuanto escuchó los gritos de Belinda que la llamaban desde el gran salón, se separó al instante del piano y corrió a su encuentro con miles de dudas ocupando la totalidad de sus pensamientos y el miedo recién liberado extendiéndose a gran velocidad por su interior.
- Signora! – Gritó sin aliento la italiana al pie de las escaleras justo cuando vio aparecer a la hija del doctor, que bajaba corriendo el último tramo que la separaba de la planta baja.
- ¿Qué ha pasado? – Preguntó ésta, todavía más alterada ante la intensa expresión preocupada de Belinda.
- ¡Prisa, prisa! ¡En el mio furgone! ¡Estarse en carretera con molto freddo e tenerse una ferita molto grande! E... E... - Balbuceó Belinda, sintiendo la lengua torpe por los nervios.
- ¿El qué? ¡¿Qué dices?! – Volvió a preguntar la nueva propietaria sin entender nada, temiendo estar en una situación contra reloj en la que la policía estuviera a punto de darle caza.
- ¡Tú tenerte que ayudarlo! – Zanjó Belinda mientras agarraba con fuerza por el brazo a la desconcertada chica que tenía delante y la arrastraba por el largo pasillo en dirección al gran salón.
ESTÁS LEYENDO
Mientras llueva©
Mystery / ThrillerAVISO: PUBLICACIÓN ESTANCADA. La historia continuará, pero por ahora permanecerá en stand-by mientras dure su edición :) Tras el día de su decimoctavo cumpleaños la vida de la hija del doctor cambiaría para siempre. El regalo de su padre sobrepasarí...