Prólogo.

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Estaba en un lugar blanco y sin nada alrededor. Era un lugar espacioso y callado algo que en verdad me fastidia. Caminé un rato hasta que a lo lejos vi una sombra.
Esta sombra era pequeña y estaba encapuchada con una capa negra. Esta murmuraba cosas que a mi distancia no se podían entender, por lo que me fui acercando; sabía que era mala idea.


—¿quien eres? ¿¡¡En donde estamos!!?

  —¡tu más que nadie debería de saberlo!


Esa sombra se volteo y pude ver una especie de mariposa antropomórfica y ojos enormes, sus manos eran muy delgadas y su cuerpo era cubierto por esa capa.


  —¿saberlo? ¡No tengo ni una jodida idea de donde nos encontramos!

—ohh valla... es lamentable... ¡pero en fin!


Ésta con una sonrisa me miró con algo de curiosidad y me dedico una sonrisa cretina. Avanzó hasta llegar a una pequeña capilla y se sentó en medio de esta, yo le seguí pues la curiosidad era mas.

Cuando sin darme cuenta me encontraba rodeado de frasco, cada uno mas repugnante que otro. Y de colores diferentes.
Esta estaba jugando con un pequeño frasco que estaba vacía y tenia un etiqueta de un color rojo.


  —bien Papyrus... estas aquí por una razón. Y esa razón tiene que ver con un simple e insignificante deseo...

  —¿un deseo? ¿Estoy aquí solo por un estúpido deseo?

  —¡claro que si! ¡¡Yo te puedo conceder cualquier deseo que tu negro corazon desea!! ¡¡Desde el mas simple hasta el más doloroso!!

  —¡¡¿puedo pedir lo que yo quiera?!! Ohhh de forma inmediata pensé en mi hermano.
¡Por fin me podre deshacer de ese huesos flojos!

  —si, puedes pedirme que mate a alguien que te caiga super mal o pedir el amor...

  —deja de hablar y quiero ... ¡NO deseo que mates a mi hermano Sans!


La chica me miro seria y se levanto con ese frasco. 


—estas seguro de tu deseo, si te quieres arrepentir puedes rebobinar...

—no necesito esa cosa de rebobinar mi deseo, estoy completamente seguro de lo que quiero, ¡y lo que quiero es que ese inútil y flojo de mi hermano muera!

—¿estas realmente seguro? No te daré una oportunidad de cambiar de opinión...

—¡que si! ¡Demonios! ¡¿Que quieres que te lo diga en diferentes idiomas?! ¡Rápido!

—bueno —alzo sus hombros y la mariposa antropomórfica me miro con una sonrisa cretina— recuerdas mis palabras, no volverás a pedir tu rebobinar, pero si lo quieres sufrir debes. Tu deseo se cumplirá eso es seguro. Ahora vete tu pestilente presencia me repugna. ¡¡Largo!!

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