capítulo 8

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¿No hay sueños? Por primera vez no hay nada.

Solo dormir y dormir.  

Era la primera. Vez que Papyrus dormía bien toda esos meses que ya han pasado. Se levanto unos minutos antes de su hora habitual y miro tranquilo su cuarto.

Parpadeo varias veces y trataba de recordar que fue lo que soñó, pero no hubo nada, sus pesadillas también desaparecieron. ¿Qué pasaba ahora?

—¿qué pasa? Hoy no hubo sueños... —se levanto de golpe y aun en pijama salio de su habitación y corrió a la de su hermano.

Estaba tan feliz que simplemente interrumpió en el cuarto del más pequeño y se le hecho encima.

—¡hermano! ¡Hermano ya no tengo nada de pesadillas!

Sans tuvo que obligar a Papyrus a contarle sobre sus sueños cuando Undyne le comento que debería de darle té para dormir.

—¡ugh! ¡¡Papyrus pesas!! —el pobre del esqueleto regordete sentía como se asfixiaba y para no tener pulmones ni nada de eso era algo conveniente.

—¡Sans! ¡Ya no tengo pesadillas! —de la emoción y tal vez felicidad, el alto tomo al más pequeño y dio vueltas con él riendo como idiota.

—¡me alegro mucho bro! ¡Pero me estoy mareando, blu! —las cuencas de Sans se oscurecieron y un brillo verdoso apareció en sus pómulos.

—lo siento Sans —lo bajo y le sonrió sensual— olvide que siempre te mareabas muchos cuando dabas vueltas sin parar.

—¡hey! —el verdoso brillo fue remplazado por un sonrojo brillante.

—¡ire a preparar el desayuno! ¡No te tardes en bajar!

Parecía que Papyrus desprendía alegría y felicidad en vez de miedo y terror. Eso dejo atontado al esqueleto que seguía mirando su puerta por donde su hermano menor salio, prácticamente dando saltos.

—jejeje... creo que ese té que le di no era té precisamente... tengo que tener cuidado ahora en adelante —su mirada se oscureció y con una misión en mente se coloco su fiel chamarra negra de capucha felpuda y salió hacia la cocina.

Ahí su hermano preparaba el desayuno con una alegría algo alarmante para un habitante de ese mundo, aun que en si. Todo en ese mundo estaba cambian.
Sans lo miro por el marco de la puerta de la cocina y observaba cada movimiento, veía como movía sus caderas, como esa columna recta se movía al compás de sus brazos y parecía tararear una canción.

«nye jejeje je jeje jejeje»

—ok esto es muy raro...

—¡oh! ¡Hermano! Siéntate y come —le sonrió de tal forma que Sans se sonrojo y miro espantado a su hermano.

—¡tengo que encontrar la anomalía ya! —pensó mientras sonreía nervioso y se sentaba en la silla.

—toma, mostaza de primera calidad y algo de hot dog para ti, come bien y luego vas a tu trabajo —Papyrus le paso su desayuno.

Sólo faltaba que le diera un beso en su cráneo y sella la confirmación de que este mundo está en completo descomposición.

—g-gracias bro...

—¡no hay de que!

En verdad tiene que ver que demonios le pasa a ese mundo. Aun así Sans no dejaba de pensar en esos movimientos sensuales que vio en su hermano. Como bailaba y sonreía juguetón, como si lo invitara a danzar con él al compás de una música imaginaria que sólo ellos conocían.

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