RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING. Comenzaba un nuevo martes en la escuela.
-Joder, como odio los martes- maldició Guiomar- están las asignaturas que más odio.
-A mi me encantan- la contrarió Hayley- Español, música, biología, matemáticas y lengua. Sí, no está mal.
-Pero porque tú eres diferente, eres una empollona- contestó Guiomar.
Las cuatro chicas llegaron a la clase de Español, en el escritorio se encontraba el profesor Rodríguez.
El profesor le pidió a Guiomar los deberes y ésta contestó todas las frases correctamente. El profesor no se sorprendió, sabía que le habían chivado las respuestas.
Después de tres horas de clase: Español, música y biología, tocaba descanso.
-¡Mierda! Se me olvidó el almuerzo- chilló Em.
-Venga, te acompaño, que ya de paso me voy al baño- se ofreció Anna- Chicas, nos vamos a la cafetería- se dirigió a Guiomar y Hay.
Las dos cruzaron un largo pasillo y descendieron por las escaleras a la planta -1 hasta llegar a la cafetería, cuando llegaron Emma fue hasta el mostrador y pidió a la dependienta un sándwich vegetal.
Anna cogió una mesa de dos personas y se sentó, cuando Em consiguió la merienda, se sentó con ella.
-Mmmm, el sándwich esta bueno- Emma mordisqueó por segunda vez el bocadillo.
Anna sonrió, ella nunca comía carne. No podía consentir comer comida proveniente de animales. ‘Asesinos’ comentó un día Anna, ‘somos unos asesinos, los matamos y nos lo comemos, ¡¿te gustaría que te matasen y te comieran?!’ Emma rió al recordar aquello.
-Smith, me voy al baño que me meo- se despidió Anna- en un minuto vuelvo.
Emma asintió y se quedó pensando en lo que sucedió ayer. Nunca había oído una voz como aquel. Harry canta súper bien. ‘Olvídalo’- se dijo a sí misma-‘si sigues pensando en él, al final te volverás loca como Guiomar’.
De repente, un dolor horrible la atrapó. Su vista empezó a difuminarse y empezó a marearse. Se levantó de la silla y se tambaleó.
-¡Emma! Emma, ¿estás bien?- era Anna, había vuelto del baño.
- No, no estoy bien.
Y dicho esto, la oscuridad la atrapó. Cerró los ojos y se cayó al suelo, lo último que se acordaba es que al caerse se dio en la cabeza contra el suelo y le provocó un dolor horrible.
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-Venga chicas marchaos, solo ha sido un mareo y ya está- era la doctora Rumsfeld.
¿Qué hacía la doctora aquí? ¿Dónde estaba? Dios, le dolía muchísimo la cabeza, tenía un calor tremendo.
-Pero… Tiene una brecha en la cabeza y esta pálida- dijo una vocecita, Emma dedujo que era Hayley- ¿Por qué se ha mareado? ¿Qué la ha pasado? ¡Emma!
Las personas que estaban en la enfermería se percataron de que Emma estaba despierta.
-¡Smith! Menudo susto que nos has dado- chilló la mayor del grupo, Guiomar.
-Vine del baño y te desmayaste, no me dio tiempo a sujetarte, lo siento- se disculpó Anna.
-No pasa nada Anna- se levantó de la cama y al levantarse se tambaleo, todas se asustaron- No es nada, solo un mareo y ya está…
-¡No! ¡Bonita, a ti si que te pasa algo! Ayer vomitaste, hoy te has mareado y… ¡Menuda brecha que te has hecho!- gritó, cómo no, la exagerada del grupo- deja que te vea la doctora Rumsfeld.
-Que no, de verdad, no me pasa nada, absolutamente nada- esta vez sí que se levantó de la cama sin ninguna dificultad.
-Pero mira que cabezota que eres- se quejó Hay.
-Bueno, por lo menos hemos perdido matemáticas- agregó Guiomar.
Dos horas después, Emma bajó de la estación de metro donde se encontraba su casa. Mientras caminaba por la calle cabizbaja oyó un silbido proveniente de detrás. Se giró y vislumbró a tres chicos de unos 15 años mirándola de arriba y abajo. ‘Esos tíos de hoy en día…’- pensó Em.
Era viernes por la tarde. Hacía muchísimo sol para que sea un mes de Enero. Todas las chicas quedaron a las 9:00 en casa de Guiomar a pasar la noche allí y al día siguiente ir al concierto. Em llegó a casa de su amiga temprano.
Justo al llegar a la puerta del jardín, salió de la casa de Guiomar un policía bastante guapo, con un ancho cuerpo y alto. La sonrió y montó en su coche de policía que estaba aparcado en frente del chalet. Tenía más o menos unos 25 años. ‘¿Qué habrá hecho esta vez?’. Emma llamó al timbre y su amiga abrió la puerta.
Guiomar al principio no acertó ver otra cosa que el jardín su casa y unos cuantos coches que había en la carretera. Pero, llevándose la mano a la frente para darse sombra, no tardó en distinguir a una esbelta figura apoyada en la cancela con aire abatido.
-Hola Emmita, ¿vienes pronto hoy, eh?
-¿Y ese policía que acaba de salir de tu casa? ¿Qué has hecho esta vez? ¡No habrás vuelto a robar gafas de sol, como la última vez!
La cara de Guiomar adoptó un tono rojo como un tomate.
-Sí…-pero al ver la cara que adoptaba su amiga- ¡pero no me di cuenta! Me las puse en el centro comercial y al charlar con un chico, se me olvidó que las llevaba y me fui con las gafas puestas… El policía me comprendió y no me puso multa ni nada, es majo.
-Ya te vale… La próxima vez ten cuidado que la comisaría está hasta de ti y la próxima vez que hagas algo te meten en la cárcel directamente- rió Em.
En ese momento el timbre sonó, Guiomar abrió la puerta. Era Anna y Hay, ellas vivían en el mismo piso. Era un apartamento muy pequeño y no tenía muchas habitaciones porque Anna tenía problemas económicos y Hay vive sola con su padre.
-¡¡FIESTA DE PIJAMAS!!- gritaron las aludidas a la vez.
Pasaron toda la noche viendo películas de terror, golpeándose con las almohadas como locas y reventándose de palomitas, fue genial. No se fueron a la cama hasta las cuatro de la madrugada. El día siguiente les esperaba un día bastante movidito, pero lo que ellas no sabían es que sus vidas cambiarían por completo.