Capítulo 4.

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Takani siguió su papel perfectamente. Gran cosa, sabía que la indiferencia no era algo que le costara hacer. Sonrió con sorna y continuó rotando la base de la copa vacía, fingiendo que esta contenía vino, vino que el día de la presentación sí habría.

Era el centro de atención, todas las miradas se posaban en él con anhelo. La música sonaba resonante y armoniosa, incitando a continuar en el baile, sólo unos segundos más y cambiarían de escena.

No dejó de mirar a Takani con insinuación, la cual obviamente fue ignorada.


Se quitó el vestido y el poco maquillaje que le habían puesto como si de ello dependiera su vida. Sentía un extraño cansancio, no tardó en parecerle peculiar, raramente se cansaba, su condición física era más que excelente, resultaba ridículo que sintiera cansancio.

Pero no era un cansancio físico, rectificó, sino mental. Nunca se había acostumbrado a interactuar con las personas, y lo poco que lo hacía, no suponía tener que llevar un vestido de la época victoriana, ni maquillaje, ni tacones. También sentía cierta humillación.

Salió del teatro sin decirle nada a nadie, su irritación era más que evidente. Caminó por el pasillo y salió al patio y la brisa golpeándole el rostro fue tan liberadora que no pudo evitar suspirar.

— ¿Quieres ir a comer algo? —la voz de Takemasa le sobresaltó un poco, pero a la vez que sintió recelo, también sintió alivio.

—No, tengo trabajo —respondió, el pelinegro se le acercó y comenzaron a caminar a través del amplio patio.

—Podemos comprar algo en la cafetería e ir comiendo rumbo a tu trabajo —sugirió, Takani se lo pensó, eso resultaría un tanto inconveniente para su trabajo, tenía que ir a cambiarse y vigilar al modelo. Bueno, eso podía esperar un poco.

—Claro —accedió, la verdad es que tenía hambre, un hambre voraz.

Entraron en la cafetería, casi vacía, y ordenaron algo sencillo, comida rápida para ser precisos. Mientras esperaban Takani observó con más atención a Takemasa Ishihara.

Era un chico alto y de buen cuerpo, de vestimenta simple, conformada por musculosas y bermudas, zapatos de tela sencillos. Su piel estaba bastante tatuada, ahora sabía que, como supuso, la espalda no era una excepción, ni las manos. Pero eso lejos de hacerle ver mal, le daba un aire extraño, cautivante. Le sentaba muy bien. Tenía las facciones bien definidas, y atractivas, sus ojos negros tenían un brillo travieso. Era sin duda el tipo de chico que al igual que el modelo estaba acostumbrado a las miradas anhelantes. Un chico que sabía lo guapo que era y lo hacía lucir.

Ishihara se volvió y le miró, le entregó su charola con el hotdog que había ordenado, acompañado de papas fritas y refresco, se giró de nuevo y tomó la charola con la hamburguesa, con los mismos complementos que su orden. Miró el reloj en su muñeca derecha.

—Podemos sentarnos a comer, tengo tiempo de sobra —dijo Takani, el pelinegro asintió y se dirigieron a una de las mesas, observó a Ishihara acomodarse el morral sobre las piernas, tenía pintado un Kanji que no alcanzó a leer.

—Gracias por la comida—dijo y comenzó a comer las papas fritas, luego abrió un sobre de cátsup y le imitó—, ¿Qué tal el ensayo? —Preguntó luego de un rato, se limitó a bufar, él sonrió—, ¿Tan malo es?

—Pues...—tomó de su refresco—, no es que lo ame —ironizó, luego se animó a preguntarle al pelinegro—, ¿Estuviste esperándome? —Ishihara asintió dándole un mordisco a su hamburguesa—, ¿Por qué?

—Estaba aburrido, y no tenía nada mejor que hacer —respondió, luego miró a Takani—, ¿Y tu mochila? —lo pensó unos segundos.

—Creo que la dejé en los vestuarios, iré por ella cuando termine de comer —obtuvo como respuesta un asentimiento de cabeza.

Do you know me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora