Capítulo 12.

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Observó atentamente a Takemasa mientras este le ayudaba a ponerse la sudadera, sin que los pensamientos que tuvo durante la cirugía le abandonaran un solo minuto. Supuso que su mirada era tan insistente que el pelinegro la sintió sobre sí, levantó la mirada y sus ojos negros se encontraron con las motitas olivas de los ojos de Takani.

—¿Sucede algo? —le preguntó sonriendo, mientras se paraba frente a ella y le cerraba el cierre de la sudadera.

—Durante la cirugía tuve toda clase de pensamientos y recuerdos —dijo.

—¿Qué clase de pensamientos y recuerdos?

—Acerca de lo familiar que me resultó la escena a cuando... alguien que fue como un padre para mí, falleció —Takemasa bajó la mirada, quizás arrepintiéndose de haber preguntado—, y de cuán doloroso fue...

—No lo dudo —titubeó. Takani se pensó si debía o no decirle a Takemasa lo que había estado pensando, resolvió que no importaba decírselo a él.

—Y que no podría volver a lidiar con un dolor así si perdiera alguien importante —dijo Takani, Takemasa se apartó y la miró directamente al rostro, Takani quiso saber qué era lo que él estaba pensando, aunque no se lo cuestionó demasiado.

—Dudo que alguien sea tan importante como esa persona, aun si perdieras a alguien de esa forma, no te dolería tanto.

—Por supuesto que dolería.

—¿Quiénes?

—Tú —Takemasa se quedó callado por varios segundos, sonrió levemente de manera amable y abrazó con cuidado a la azabache, acto que la sorprendió, pero no dejó de sentirse a gusto con la muestra de afecto, el rostro de Takani reposó en el pecho de él, si ella era alta, Takemasa quizá era anormal.

—Eso no va a pasar —dijo con seriedad.

—Tú no sabes eso.

—Te lo prometo —Takemasa se apartó, luego de mirarla por varios segundos, alargó el brazo y tomó entre los dedos el collar que colgaba de su pecho—, esto es una prueba de ello —no entendió a lo que se refería el pelinegro, no preguntó, y él no se molestó en explicárselo—. ¿Necesitas algo más?

—Creo que es todo.

—¿Te duele? —negó con la cabeza, notó cómo Takemasa iba a preguntar otra cosa, pero en ese momento el móvil del mismo empezó a sonar con un canción rítmica y pegajosa de guitarra, frunció el entrecejo y sacó el aparato del bolsillo de su bermuda, la expresión apenas cambio un poco, no contestó, pero parecía que él sabía qué era lo que la persona que le había llamado quería.

—Tengo que irme —dijo de pronto, con un tono sombrío y un tanto preocupante.

—Está bien, nos vemos luego —dijo pese a que no estaba del todo segura de que estuviera bien que Takemasa se fuera con esa expresión.

Ninguno de los dos dijo nada más cuando él se dio la vuelta y se dirigió a la puerta de la habitación para salir de la casa de Takani.

Takani observó su alrededor, fastidiada por no poder hacer nada más allá que descansar en su solitario y silencioso hogar. Se dirigió al equipo de sonido que pocas veces usaba y lo prendió, la memoria se reprodujo apenas el sistema comenzó a trabajar, HAVASI sonaba con ese hermoso teclado que desde niña siempre le encantó, ni siquiera podía mover el brazo lo suficiente para ir al salón y tocar ella misma "The Road", así que sólo podía escuchar el armonioso sonido de los instrumentos de orquesta.

Ni siquiera podía entrenar un poco. No podía hacer nada en absoluto. Apenas habían pasado unos pocos minutos desde que Takemasa se había ido y ya estaba más que desesperada, sintiéndose desde ya como un animal salvaje enjaulado.

Do you know me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora