Capítulo 16.

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Recibió el golpe con dignidad, apenas quejándose cuando uno de sus subordinados impactó su puño contra sus costillas, fue un golpe firme y fuerte, tal como él le había enseñado. Sólo que esta vez no podía defenderse de ninguna manera. El sabor metálico en su boca continuó, tragó saliva y se mordió la herida del labio inferior, cerró los ojos con fuerza y luego los abrió, mantuvo su mirada en los ojos zafiros del rubio.

La golpiza continuó por un par de minutos más, lenta, pero certera y dolorosa.

Lealtad...

Eso era por lo que ahora recibía sin quejas los golpes, su principio y valor más grande y atesorado, una lealtad que nadie podía entender.

—Lo sabes, ¿Cierto? —la profunda voz resonó en la fría estancia, él se limitó a mirarle con firmeza—. Sabes a dónde te llevará esto, si sigues así no tendré más opción que... —jugueteó con la navaja entre los dedos.

—Lo mismo te digo a ti —repuso, la fría mirada se posó sobre él de nuevo.

—Sabes mis razones mejor que nadie.

—¿Razones? —se burló—, miedo, nada más que eso, no quieres perder lo que... —una mirada rápida a su subordinado bastó para que este le diera un golpe más, reprimió la queja.

—Lo que me gané —inquirió.

—No, no fue así, lo sabes, Ruki —el rubio se revolvió el cabello y volvió a jugar unos segundos con la afilada hoja.

—Miyavi... —le llamó, levantándose del sillón y caminando en sentido contrario a él—, nos vemos más tarde.

En cuanto el rubio desapareció de sus vistas, sus subordinados lo soltaron con cuidado y lo ayudaron a que se recostara en el suelo.

—Lo sentimos, Superior, de verdad, nosotros no...

—Shh... —dijo con serenidad—, sólo estaban siendo leales a Ruki, está bien...

—Pero también somos leales a usted... —el pelinegro sonrió.

—Tranquilos, lo entiendo, váyanse.

No pasó mucho tiempo hasta que se quedó solo, tirado en el suelo, aun sangrando del labio roto y con, quizás, un par de costillas rotas. Dolía como los mil infiernos, pero no se quejaba.

He hecho lo correcto, lo mejor para ella... Está bien, vale la pena soportarlo.

Cerró los ojos, entumecido por el dolor, y dejó que la inconsciencia lo invadiera.



Al abrir los ojos se encontró con una escena que no se hubiera esperado.

Takani estaba acostada en el sillón, con la ropa un tanto desacomodada, podía observar el sujetador deportivo negro debajo de la amplia blusa negra, su cabello le cubría parte del rostro, con mechones enredados y alborotados.

Tardó bastante en notar que estaban tomados de la mano. No supo por qué se exaltó al darse cuenta de eso, luego se permitió centrase en la sensación de la mano de Takani contra la suya. Era suave y delicada, como si jamás realizaran actividad física alguna, pero cuando retiró su mano con lentitud sintió pequeñas callosidades en la palma de la mano de ella.

La observó por un rato, su silueta era sin duda la más hermosa que hubiera visto, las finas facciones, se preguntó por qué antes no se había dado cuenta de algo tan obvio como que Takani era una chica, y vaya que sí tenía el cuerpo de una, tal vez se debía a que siempre se ocultaba debajo de sudaderas y camisas holgadas y un tanto estorbosas, que no lo había notado antes. La recorrió con la mirada, su hombro derecho estaba descubierto por la blusa amplia, notó una cicatriz rosada, a su punto de vista, aún faltaba que la misma terminara de cicatrizar, no parecía que fuera a dejar marca, ¿Cómo se había hecho Takani esa herida?

Do you know me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora