Capítulo 18.

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Lo había seguido desde que el modelo salió de la agencia, pese a que se había colocado el gorro de lana y los lentes oscuros, su forma de moverse resultaba inconfundible para ella; había pasado desapercibido debido a que el único que lo había acompañado a la salida había sido su mánager, no había ninguna furgoneta esperándole y el modelo no pareció exigir el transporte.

Rebasó el trayecto del modelo a través de los techos, bajando de ellos en un callejón solitario, pero del todo pintoresco y esperó allí hasta ver cómo caminaba apresuradamente dirigiéndose al lugar donde habían quedado en encontrarse, y lo siguió a la distancia.

Lo observó sacar el celular del bolsillo de su pantalón, teclear un par de veces y luego lo volvió a guardar, notó cómo su andar despreocupado se tensaba de pronto, y ella sonrió satisfecha ante ello.

Había notado que lo seguían. Lo observó ladear el rostro y mirar por encima del hombro, encontrándose con una silueta negra que ocultaba el rostro con una gorra y un cubrebocas, ligeramente más baja que él y de pasos mucho más ligeros, pero también seguros.

No tardó en desviarse de la avenida principal, cosa que era razonable si quería evitarse inconvenientes, sin embargo, no era una acción muy inteligente si había notado que lo seguían. Sobre todo, cuando Takani era consciente de su propia apariencia, cualquiera se estremecería ante la idea que alguien con esas indumentarias lo siguiera.

Maldijo para sus adentros cuando el modelo siguió caminando por calles cada vez más desiertas hasta que desapareció por un callejón. Se estaba acorralando solo, privándose de toda ayuda y protección, si esa era su reacción en una situación donde verdaderamente alguien lo siguiera con la intención de hacerle daño... Entonces podía darse por muerto.

Pero, por supuesto, ella no dejaría que Matsumoto le pusiera un dedo encima, ni a él ni a Takemasa.

Lo siguió al callejón, encontrándolo tenso, evidentemente nervioso, con algo que tintineó en sus nerviosas manos, caminó hacia él, acercándose cautelosamente, y cuando el modelo se movió, ella también lo hizo.

Se movió rápidamente, esquivado la mano que se dirigía a su cuerpo con algo que brilló con la luz del sol, sostuvo su muñeca con fuerza y con la otra mano lo tomó del hombro, sometiéndolo y haciendo que los lentes oscuros cayeran al suelo, rompiéndose, apretó con más fuerza los tendones de su muñeca hasta el punto en que el modelo se quejó, las llaves cayeron sobre el pavimento tintineantes.

Pese a que lo había sometido y le hacía daño, Takashima no rogó por clemencia, y eso le agradó.

—¿Qué pretendías hacer con esas llaves? —preguntó, dejando de apretarle la muñeca, pero todavía sosteniéndolo firmemente en esa posición, su voz salió amortiguada y deformada por la tela del cubrebocas.

—¿Qué? —el modelo levantó la mirada, encontrándose con las motitas olivas de los ojos de Takani que sólo podía ver desde abajo debido a la gorra—, ¡Eras tú! —declaró, abriendo mucho sus hermosos ojos dorados.

—Yo, da gracias que soy yo —dijo, soltándolo al fin, Takashima se incorporó rápidamente, tomando en el acto los lentes rotos del suelo.

—¿Por qué hiciste eso? —le cuestionó, frunciendo ligeramente el entrecejo.

—Sólo trataba de probarte, ¿Cómo se ocurre hacer esto cuando alguien te sigue? ¡Te acorralaste y aislaste solo! ¿Tienes idea de qué podría haberte pasado si hubiera sido alguien dispuesto a hacerte daño?

Alguien dispuesto a matarte, habría querido decir, pero se mordió la lengua para no hacerlo.

Tardó en darse cuenta lo mucho que se había agitado y quiso desaparecer cuando la expresión de sorpresa y desconcierto en el perfecto rostro del modelo degeneró en esa sonrisa de revista que ella tanto había odiado.

—Vaya, no creí que fueras a preocuparte tanto por mí —dijo, dando un paso hacía ella, Takani retrocedió un paso.

—¿Es que todo lo que te ha ocurrido no te ha hecho ni un poco cauteloso? Te apedrearon y una banda te acorraló en aquel estacionamiento, ¿Se te ha olvidado? ¿Tantos flashes y luces te han fundido el cerebro?

—¿Por qué estás tan enfadada de pronto?

¡Por qué estás tú tan relajado!, quiso gritarle, pero era obvio que el modelo no tenía ni idea del peligro en el que se encontraba, de que el asesino de su padre se había acordado que había dejado un vástago varón y que este ya había llegado a la madurez y era perfectamente capaz de querer recuperar el lugar que por derecho le correspondía en la mafia japonesa, aunque este ni siquiera supiera que tenía derecho a tal. Porque Takanori Matsumoto no se detendría hasta asegurarse de que su corazón había dejado de latir.

—No estoy enfadada —respondió secamente.

—Sí que lo estás, debería ser yo quien estuviera gritando por lo que acabas de hacer —dio un paso más hacia ella, Takani retrocedió de nuevo, sintiendo la pared contra su espalda.

—Sólo trataba...

—...de llevarme al límite de mi cordura, como siempre —completó él, su mirada dorada comenzaba a quemarla.

—Yo no... —trató de replicar, callándose bruscamente cuando sintió las manos del modelo tomarla de la cintura, pegándola a él como si quisiera fundir sus cuerpos en uno solo.

Cuando sus labios se encontraron, Takani cerró los ojos con fuerza, el modelo enterró los dedos en su cintura, tan fuerte que ella no dudo que pudiera dejarle marcas en la piel. Se encontró a sí misma correspondiendo el beso casi tan intensamente como él saboreaba sus labios, pese a todo, ella todavía no lograba sentirse del todo cómoda con esa clase de contacto, y mucho menos con esa pasión. Pero resultaba ser algo sin duda excitante. Reprimió un respingo cuando el modelo abandonó sus labios y descendió a su cuello, donde besó la piel cálida, sin separarse ni un centímetro de ella.

—Kou, para —dijo, dándose cuenta de a dónde se dirigían las cosas.

—¿Que pare? —susurró él, Takani sintió su aliento acariciarle la piel.

—Para —repitió.

—Me pides algo muy difícil, Akai... —mordiendo ligeramente el cuello de marfil.

—Estamos en un callejón... —suspiró, tomándolo de los brazos para apartarlo un poco.

El modelo miró a su alrededor con su mirada dorada rebosante de deseo que se convirtió rápidamente en impotencia y frustración.

—Un callejón no es más adecuado que la azotea de la universidad, tienes razón —dijo, regresando la mirada de oro fundido a la de plata de Takani.

—Dijiste que querías ir a un sitio —le recordó, tratando de estabilizar su respiración, lo logró antes que él.

—Se me antoja más ir a otro lugar —suspiró con resignación—, pero jamás me perdonarían si les vuelvo a cancelar.

—¿A quiénes? —preguntó, realmente curiosa.

—Mi madre y mis hermanas.

Takani sintió la sangre congelársele en las venas.

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2018 ⏰

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