Capítulo 17.

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Todo pasó a segundo plano.

Los constantes acosos por parte de inmaduros estudiantes y el hecho de ser el centro de atención debido a aquella foto que le habían tomado con el modelo hacia un par de días, pasaron a ser asuntos sin importancia alguna. Eran niñerías, se dijo, en comparación con todo lo que Ishihara le había dicho después de haberle curado y limpiado las heridas, aunque él se quejó se un constante dolor en el costado, no le habían roto ninguna costilla.

Esa noche la había pasado sin pegar ni un minuto los ojos, no al menos para dormir. Y no fue el hecho de que la narración de Ishihara fuera larga, sino que cada palabra que pronunciaba no hacía sino empeorar la situación, aunque, a la vez, le estaba dando las respuestas a un montón de preguntas para las que, incluso con todos los recursos con los que contaba, no había podido encontrar alguna.

Era lógico, dado que ese tipo de respuestas no eran algo que se pudieran encontrar en una base de datos o algún registro que no pusiera en serios problemas a personas que de ningún modo velaría por otra cosa que no fuera su propio bienestar y beneficio.

Se sentó en la terraza del edificio universitario y se recargó en el barandal, cerrando con fuerza los ojos e inhalando con profundidad.

—Maldita mierda —dijo, se despeinó un poco el cabello y dejó caer con pesadez la mano sobre el concreto.

Todo estaba relacionado. Malditamente todo. Desde la muerte de su padre, pasando por la muerte de su Maestro, hasta los continuos atentados hacia Takashima Kouyou.

Se mordió el labio inferior con fuerza, quizá al punto de hacerlo sangrar. Sintió una mezcla de tristeza y furia atorársele en la garganta, sobre todo furia. Ella misma mataría a Matsumoto Takanori, a. k. a. Ruki, con sus propias manos. Y le devolvería cada pizca de dolor que le había provocado con sus malditas y egoístas acciones durante los últimos 15 años.

Escuchó la puerta que daba a la terraza abrirse, y de inmediato sus sentidos se agudizaron y sus músculos se tensaron, en alerta.

—Así que estabas aquí, he estado buscándote durante media hora —la voz del modelo hizo que se quedara quieta tal cual estaba, sin relajarse, pero sabiendo que el castaño no suponía una amenaza para ella, aún con los ojos cerrados, escuchó los sorprendentemente silenciosos pasos de Takashima acercándose a ella.

—Es el único sitio donde me libro de tus molestas fanáticas —abrió los ojos y lo observó frente a ella, de cuclillas.

—Todos los artículos han sido borrados, y continuarán siendo borrados si suben la fotografía de nuevo —le dijo, sonriendo ligeramente, la mirada dorada resplandecía.

—Es lo menos que puedes hacer —volvió a cerrar los ojos, echó la cabeza hacia atrás y soltó un suspiro. Ese asunto ya ni siquiera le importaba.

Su cuerpo volvió a tensarse cuando sintió los dedos del modelo recorrer su mejilla, acariciarle lentamente los labios, el mentón y provocarle un escalofrío al acariciarle la piel expuesta del cuello.

Tonta, se dijo internamente, no debiste exponerte así.

—¿Es un ofrecimiento? —abrió los ojos se golpe, se irguió, tomándole de la muñeca y alejando su mano de ella, cuando sus miradas se encontraron, contuvo un respingo. Había esperado una expresión burlona y altanera en el rostro de Takashima, pero lo que su mirada se encontró fue todo menos eso.

Los ojos de él volvían a parecer oro fundido, cargados de deseo, de anhelo, y su expresión casi parecía vulnerable, como si estuviera sufriendo al no sucumbir ante sus deseos. Inclinado ligeramente hacia ella, la amplia camisa blanca que llevaba puesta colgaba un poco del cuello, dejando expuesta un poco de la piel que estaba destinada a cubrir.

Do you know me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora