Entré a casa y sí, efectivamente aún no había nadie, lo cual agradecía infinitamente. La entrepierna me dolía. Aún no entiendo cómo es que me puse así de duro. Besaba bien, sí, pero aún así, esto es demasiado.
Entré al baño y puse el pestillo. Tendría que terminar con esto ya mismo. Abrí la llave y el agua de la regadera comenzó a salir, fría, necesitaba agua fría. Aunque estaba tan duro que dudo que se bajara de ésta manera, tan solo con tocarme ya obtenía gemidos como respuesta. No lo entiendo, solo nos besamos, pero ¿por qué? Esa era la cuestión más importante. ¿A caso se estaba burlando de mí? ¿Me había descubierto a caso mirándole los labios? Porque no negaré que tiene unos labios lindos. No puedo evitar el fijarme en los chicos, y más si estos son atractivos, pero en ningún momento pensé que esto podría pasar y más aún, sin conocernos realmente.
La forma en la que me besó, en la que me atrapó, besando suavemente, conociendo la forma y textura de mis labios, como sus fuertes brazos me rodearon para profundizar el beso, la forma en que sus pequeñas manos se enredaron en mi cabello para no dejarme ir, su lengua penetrando fuertemente en mi boca, lamiendo, mordisqueando, sintiendo su sabor por completo. Me sentí en el cielo. La primera vez en mucho tiempo que me dejaba llevar por un beso de este tipo, sin forcejeos. Un beso que muy en el fondo, había estado deseando desde que vi aquella mirada llena de sadismo puro. No me cabía duda de que yo era un zafado masoquista.
Perdido en mis pensamientos, mientras mi mano ayudaba al gran problema que había entre mis piernas, recordando aquel beso, esos labios, esa lengua exquisita, su mirada, el cómo me dominó por completo. Me sobresalte de sobremanera cuando tocaron fuertemente en la puerta.
–Hey Kookie, controla esos gemidos de perra, ¿no me digas que tan solo ha pasado un día y ya tienes quién te abra el culo? –Habló Yongguk del otro lado de la puerta. Me tensé, mi erección perdió toda la emoción, el agua fría me terminó por congelar todo. – ¡Más te vale que salgas rápido maldito maricón! –Comencé a temblar.
Sabía que no todo sería bueno, en mi vida nada ah sido bueno jamás. Desde que mis padres murieron en aquél accidente de auto, podría jurar que ellos firmaron mi sentencia a la infelicidad. Mi día estaba destinado a terminar mal. Como todo en mi vida: estaría jodido.
Terminé de ducharme lo más rápido que pude, me coloqué la toalla en la cintura y tomé una toalla pequeña para secar mi cabello. Pensé muchas veces antes de salir del baño, planificando la forma más rápida de llegar a mi habitación. ¿Por qué razón el jodido baño debía estar en la planta baja?
Tomé aire, y salí. Comencé a caminar por la estancia, no había nadie. Tal vez Hyuna ya estaría en su habitación, al igual que Yongguk, o más bien eso estaba esperando eso con todas mis fuerzas, así poder encerrarme en mi habitación y poner el pestillo hasta el día siguiente que todos se fuesen igual de temprano que hoy.
Subí las escaleras cuidadosamente, pasé por la habitación de mis tíos, los cuales aún no llegaban. La habitación de Hyuna estaba completamente cerrada, no podía escuchar nada. Al pasar por la habitación de Yongguk me tensé nuevamente, estaba abierta, sí, pero no había nadie dentro, lo cual significaba lo peor.
Entré a mi habitación lentamente, y al haber pasado de la puerta, ésta se cerró con fuerza. Mierda, no de nuevo.
–Entonces, ¿me dirás como se llama tu nueva conquista? –Preguntó con voz escalofriante, haciéndome temblar. Me giré para encararlo. Su cara, su cara era aterradora.
–No hay nueva conquista. –Dije nervioso. Quería que se fuera, que me dejara en paz. ¿Por qué siempre había tenido que ser de esta manera?
– ¡No mientas! Los vi. –Mierda. – Así que, ¿o me dices, o lo descubro por mi cuenta? –Comenzó a acercarse, yo retrocedí todo lo que pude hasta topar con la pared. Sentir el frio en mi espalda desnuda, junto con el miedo que empezaba a darme su mirada, era la peor sensación de todas.
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Revenge (Jikook)
Fiksi PenggemarToda la vida, todos nosotros hemos sufrido tantas injusticias que hasta se han vuelto difíciles de recordar. Ninguno de nosotros pidió esta vida, ninguno de nosotros pensó que llegaríamos tan lejos por llevar a cabo cada una de nuestras venganzas...