Me desperté gracias al sonido de la maldita alarma. Pesadamente, llevé mi mano fuera de las sabanas blancas de mi cama y la apagué. Me levanté, caminé hacia el baño y entré. Me miré frente al espejo. Tenía unas ojeras terribles. Entré a bañar y luego me vestí...
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apliqué maquillaje en mi rostro y bajé a la cocina.
-Buenos Días Patricia. - dijo mi abuelita.
-Buenos Días Abuela. - le sonreí y besé su mejilla.
-Ana dejó el desayuno listo. - dijo señalando el comedor.
-Esta bien. - dije y me senté a desayunar.
-Tu padre llegó ayer.
-¿Si? Me alegro.
-Preguntó por ti. - dijo mi abuela en voz baja.
-Oh, que bien. Ya me tengo que ir abuela. - dije depositando un beso en su frente - Te quiero. - dije tomando las llaves de mi auto.
Caminé hasta mi auto, encendí el motor, conduje hasta la escuela y aparqué mi auto. Bajé, como siempre, atrayendo las miradas de todos.
-Patricia, Buenos días. ¿Como estas? - preguntó Kevin, uno de los nerds de la escuela.
-¿Que ah pasado con Angelica? ¿Ya te le declaraste? - pregunté.
-Aun no. Lo estoy pensando. - dijo sonrojado.
-Esta bien. Ya sabes, me avisas. Bueno Kevin, luego nos vemos. - dije llegando a mi casillero.
-Luego nos vemos. - dijo despidiéndose.
Guardé mis cosas en mi casillero y comencé a caminar hacia mi salón. Cuando entré, me senté en el último asiento junto a la ventana. Tomé mis audifonos y antes de colocarlos en mis oídos, llegó la persona que no tenía ganas de ver.
