-Patricia, el joven Johann ya llegó. - dijo Ana entrando en mi habitación.
-De acuerdo, en un momento bajo. - dije y luego ella salió.
Me miré por última vez en el espejo, me veía bien.
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Acomodé mi cabello, sonreí frente al espejo y bajé.
-Hola. - dije besando su mejilla.
-Hola. - dijo Johann de igual forma - Te vez bien. - dijo sonriendo.
-Gracias. - dije y sonreí.
-Bueno, ¿vamos?
-Vamos.
Caminamos hasta el auto de Johann y subimos. Me pregunto, ¿a donde iremos? Estuvimos un rato en silencio, hasta que Johann decidió romper el silencio.
-¿Qué tal estuvo tu semana? - preguntó.
-Estuvo tranquila. - dije dirigiendo mi mirada hacia el - ¿Cómo estuvo tu semana?
-Bien, algo movida pero estuvo bien. - dijo.
-Que bien.
-La niña se portó bien esta semana, no la vi por el Starbucks en toda la semana excepto el día que te invité a salir. - dijo.
-Si. - dije riendo - Está
Seguimos hablando hasta que Johann aparcó. Miré por la ventana, ¿una bolera?. Bien, no se jugar bolos pero supongo que aprenderé.
Nos bajamos del auto y entramos a la bolera. No había tanta gente como imaginé pero creo que estaría bien, menos vergüenza la que tendría que pasar. Levanté la cabeza para mirar a Johann quien me miraba sonriente.
-¿Todo bien? - preguntó.
-Si. - le sonreí.
Johann pidió dos pares de zapatillas y luego de que se los entregaran, nos dispusimos a jugar.
-¿Tienes idea de cómo se hace esto? - pregunté mirándolo mientras él tomaba la gran y pesada bola en sus manos.
-Ven, te enseñaré. - dijo y yo lo seguí unos pasos adelante.
Johann estuvo un buen rato tratando de enseñarme hasta que finalmente, entre todos mis intentos fallidos de tumbar algunos de los pinos, logré tumbar tres. Estuvimos mucho tiempo jugando y compitiendo entre nosotros hasta que ya era hora de irnos. Johann me llevó a comer a un restaurante algo extraño, creo que era de comida china o algo así.
-¿Qué vas a querer? - me preguntó Johann viendo el menú.
-No tengo ni idea de lo que sirven aquí. - dije viendo confundida el menú.
-¿Te ayudo? - preguntó.
-¡Por favor!
Johann rió y en ese justo momento llegó algo así como la camarera. - Dame dos platos de ramen y okinawa.
