Capítulo 31

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¿Viva?

-¡Oye, Patricia! - gritaron desde el otro lado del pasillo.

-¿Ahora que? - me volteé fastidiada.

-No puedes andar así vestida en la escuela. - me miró de pies a cabeza.

-Ugh. No estoy contra las reglas, ¿o acaso quieres que me vista como monja?

-Quítate eso, pareces prostituta.

-Tu pareces mendigo y no te digo nada.

-¿Van a seguir discutiendo? - dijo una voz masculina atrás de nosotros.

-Patricia empezó.

-¿Enserio Richard? - lo miré seriamente - Inmaduro. - rodee los ojos.

-¿Qué quieres Christopher? - preguntó.

Miré al chico que nos había llamado la atención por nuestra estúpida discusión. Era alto, pelinegro, tenia ojos cafés, su color de piel era blanco y tenía una simpática sonrisa.

¿De donde salió este chico?

-¿Tú eres Patricia? - preguntó, asentí - Ven conmigo.

-¿Para que o que? - pregunté.

-Tengo unos asuntos que tratar contigo.  - dijo poniéndose serio.

¿Ir o no ir?

-Vamos. - finalmente me decidí.

Caminamos a través del pasillo, pasando entre todos los salones hasta la salida. Un poco confundida seguí sus pasos hasta un lugar algo apartado de la escuela en el estacionamiento. Un Ford Maverick de 1969 color verde olivo nos esperaba debajo de la sombra de un árbol. El misterioso "Christopher" se adelantó a abrir la puerta del auto y dirigió su mirada hacia mí esperando a que subiera.

-¿Se supone que confíe en ti? - lo miré seriamente, el se quedó callado y se colocó sus gafas color negro - Ni siquiera te has molestado en presentarte.

-Mi nombre es Christopher Vélez y vengo de parte de Ezequiel Cárdenas.

¿Ezequiel? Él me hubiera avisado.

Saqué mi celular y le envié un mensaje a Ezequiel al cual este respondió segundos después.

Patricia : ¿Quien es Christopher y por qué lo enviaste?

Ezequiel : Es un viejo amigo, va a darte información. Es confiable, no tienes que preocuparte.

Suspiré mirando su mensaje. Todo esto es tan confuso para mí. Muchas personas nuevas, mucha gente en la que no debo confiar. ¿Será que algún día podré vivir una vida normal? Justo cuando comienzo a tener una vida de una adolescente normal vienen los problemas del pasado.

-¿Y bien? - preguntó Christopher sacándome de mis pensamientos.

-Vamos.

Subí al auto algo desconfiada. Lo examiné como pude pero no encontré nada sospechoso. Quizá no tengo nada porque temer, pero no es razón para bajar la guardia. Nos metimos entre las oscuras calles de mi ciudad, todo cada vez se volvía más deprimente. Drogas y alcohol era el único olor que podía apreciarse de aquel lugar. Vi como comenzábamos a alejarnos de la ciudad y como el sol brillaba radiante en las colinas del campo. Finalmente llegamos, a una enorme mansión color beige con una gran fuente en la entrada y un portón de hierro frente a esta. Una vez el auto estacionado decidí bajarme y seguir los pasos de Christopher hasta dentro de la casa. Luego de una breve inspección de mi parte tomé asiento junto a Christopher y me dispuse a escucharlo.

Bad Girl - Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora