Capítulo 36

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AMENUDO ANHELABA DESPERTARME CON Dimitri, levantarme

de cierto modo que fuera… ordinario. Dulce. No porque tuviéramos prisa

de alcanzar a dormir antes de luchar con nuestro siguiente enemigo. Ni

porque apenas nos recuperáramos de aquellas reconfortantes horas de sexo que

teníamos que pasar por alto, horas interminables de sexo llenas de complicaciones.

Solo quería poder despertarnos juntos, en sus brazos, y expresarle un ―buenos

días‖.

Hoy fue ese día.

—¿Hace cuanto que estas despierto? —pregunte soñolientamente. Mi cabeza

reposaba en su pecho. Y estaba todo lo junta a el que podía estar. Mis heridas se

curaban rápidamente pero aun necesitaba ser mimada un poco más. Habíamos

encontrado una manera muy creativa de pasar la noche.

La luz del sol se filtraba por las ventanas, llenando mi habitación de un

resplandeciente dorado.

Él me miraba de aquella manera pausada, y solemne suya, con aquellos ojos

oscuros en los que era tan fácil perderse.

—Hace poco —admitió, dirigiendo la mirada hacia la resplandeciente luz que se

derramaba por la ventana—. Creo que todavía estoy en el horario humano. O eso,

o mi cuerpo solo quiere funcionar cuando el sol esta. Aun me asombra poder

presenciarlo.

Sofoque un bostezo. —Deberías haberme levantado.

—No quería molestarte.

Pase mis dedos sobre su pecho, suspirando de satisfacción. —Esto es la perfección

—le dije—. ¿Cada día va hacer así?

Dimitri apoya su mano sobre mi mejilla luego la bajo, y me levanto mi barbilla. —

No todos los días, pero si la mayoría.

A

Vampire Academy Richelle Mead

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Nuestros labios se encontraron, y la calidez y la luz de la habitación palidecieron

comparado con lo que bullía en mi interior. —Me equivoque —murmure cuando

finalmente rompimos el interminable y excitante beso—. Esto es la perfección.

Él rió, algo que estaba haciendo en gran medida últimamente. Me encantaba.

Probablemente las cosas cambiarán una vez que estuviéramos de regreso en el

mundo real. Aun cuando estuviéramos juntos, el lado guardián de Dimitri siempre

estaría allí, listo y vigilante. Pero no ahora.

No en este momento.

—¿Qué pasa? —me preguntó.

Como un fogonazo, me di cuenta que había empezado a fruncir el ceño. Traté de

relajar mi cara. Pero inesperadamente, las palabras de Adrian habían regresado a

mi mente, que la próxima vez que estuviera en la cama con Dimitri, debería pensar

en los otros que no corrieron con la misma suerte.

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2013 ⏰

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