NO CONSEGUÍ CONDUCIR.
―En General‖ Sydney tampoco lo había conseguido muy a su pesar,
aunque Dimitri hizo alguna rápida explicación del por qué.
Todo comenzó cuando Victor descubrió que estaba teniendo ―problemas con el
motor‖. No estaba muy feliz con ello. No hizo ninguna acusación, pero creo que
todos —incluso Sonya y Robert— podían adivinar que el daño no era una
coincidencia.
Esto significaba que todos teníamos que apilarnos en el CR-V que no había sido
diseñado para acomodar a tanta gente —por lo que Dimitri había venido con un
creativo plan de asientos. Por supuesto uno de esos ―asientos‖ resulto ser el
espacio de carga del fondo. Era de buen tamaño pero cuando Sydney entendió que
era su asiento, ella acusó a Dimitri de agregar un insulto a la herida de haber
perdido sus llaves.
No podía negar eso, pero ponerla en ese asiento era una sabia decisión, el plan de
Dimitri estaba configurado para minimizar las amenazas dentro del coche.
Dimitri conducía con Victor a su lado y yo entre Robert y Sonya en el asiento
trasero.
Esto ponía a un guardián en cada fila, separando a los hermanos y apartando a los
usuarios del espíritu también. Cuando sugerí que él y yo podíamos cambiar
de puestos y mantener la misma seguridad, Dimitri dijo que tenerme al volante
no sería seguro si repentinamente me deslizaba en la mente de Lissa. Era un
punto justo.
En cuanto a Sydney…ella no era una amenaza ni una fuerza de combate, así que se
descargo en la parte de atrás. Y hablando de peso muerto…
—Tenemos que deshacernos de Victor y Robert ahora —murmuré a Dimitri
mientras cargábamos el CV-R con alimentos y nuestro escaso equipaje (reduciendo
mucho mas el espacio de Sydney, para su indignación)—. Han hecho lo que
N
Vampire Academy Richelle Mead
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necesitábamos que hicieran. Mantenerlos es peligroso, es momento de entregarlos a
los guardianes.
Los hermanos querían seguir con nosotros con el fin de encontrar al hermano de
Lissa. Los estábamos dejando —pero no por necesidad, simplemente no podíamos
dejarlos fuera de vista aún.
—De acuerdo —Dimitri dijo, frunciendo el seño ligeramente—. Pero no hay una
buena manera de hacerlo. Aún no. No podemos dejarlos atados en el camino. No
me extrañaría que escaparan y consiguieran que alguien los ayudara, tampoco
podemos entregarlos nosotros por obvias razones.
Puse un bolso en el carro y me apoye en el parachoques.