CAPITULO 13 "Familia"

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Yael


Yo había tenido una infancia por lo que cabe feliz. Pero una vez que empecé a crecer y a pasar a ser un hombre todo eso cambio.

Al no contar con mi padre porque él se encontraba absorto en mi madre, no sabía a quién recurrir para esos cambios. Y en ese momento no confiaba lo suficiente en mi tío para acercarme a él.

Entonces crecí y con ello mis amistades. De entre todos los que tuve que conocer me topé con los peores. Aunque si soy sincero yo también lo era.

Ahora que estoy recordando una vez más todo, solo le hago saber a la joven que esta frente a mí lo que yo quiero que sepa. No creo que me viese igual o incluso este trabajando a mi lado si supiera la persona que realmente soy.

Aunque lo único que se me viene a la mente es mi relación que tuve con mis primos cuando aún éramos unidos.

Pero entonces nada dura para siempre. Teníamos que llegar a terminar todo.

- Pero entonces uno crece – me es casi imposible no sentir el odio que me provoca la manera en que lo hice. O lo hicimos

Miro al rostro de Alaila y me sorprende ver como empieza a palidecer. Empieza a ver en todas direcciones frenéticamente. Es entonces cuando empiezo a preocuparme.

- ¿Alaila estas bien? – al querer agarrar su mano esta se quita sin más. Empiezo a decir su nombre para que me diga que está mal pero antes de que pueda hacer algo más ella se levanta y corre a la salida.

Intento llegar a ella antes de que salga completamente a la calle y justo antes de que lo logre una chica se interpone.

- Señor el bolso, y las bebidas –maldición. Ve a mi cara y frena en seco. Si niña no debite meterte en mi camino ahora. Saco mi billetera y le doy uno de cincuenta dólares

- Alguien vendrá por el bolso así que cuídalo – pero eso ultimo suena como amenaza. Y si pienso bien, si lo es.

Salgo lo más rápido y volteo a ambos lados pero no logro verla

Joder ¿ahora a donde se fue? Marco a Michelle para que me diga la dirección que tomo. Se que el muy idiota nos está siguiendo, ya que divise la camioneta cuando veníamos.

- Se fue a tu derecha –escucho su voz en el primer timbre mientras corro a donde me indica— a no , no tu otra derecha

- MICHELL

- Si, si lo siento error de dirección

- Sabes da igual, necesito que vayas por el bolso de ella y lo lleves a la oficina ¿entendido? –ordeno mientras intento pasar por toda esta gente

- Si, si bolso. Oficina. Lo tengo. No te preocupes alcánzala, no iba bien Yael

Cuelgo sin decir nada más. E intento no pensar en la voz de preocupación que Michelle tenía. Ocupa encontrarla.

Cuando creo que la he perdido totalmente. Diviso unos cabellos castaños que se revuelven con los movimientos de una cabeza que mira de un lugar a otro. Alaila

Parece un pequeño animal acorralado. Mientras más cerca estoy de ella grito su nombre, pero ella no escucha.

No sé bien a que se debe este comportamiento, pero no es algo normal.

La agarro por detrás con mis brazos y ella intenta resistirse.

— No suéltame – grita como si la lastimase. Pero no la suelto. No quiero hacerlo. Ella se mueve como puede y eso solo causa que rose su cuerpo contra el mío. Maldición no. Ella no sabe lo que puede provocar a un hombre con esos movimientos.

Mi prisión    #DescubreTalentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora