CAPITULO 39 "Mamá"

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Entramos a la habitación en completo silencio. Él sabía que no hacía falta que preguntara el porqué de lo ultimo que dijo Kerian.

Me fui a nuestro cuarto. Quería tomar una ducha. El hambre se había ido. Yo solo quería perderme por un rato.

―Alaila ―lo alcance a escuchar cuando casi cerraba la puerta de la habitación. Se miraba bastante preocupado. No sabía si seguirme o quedarse lejos. En realidad tampoco sabía cómo me sentía a todo esto. ― tenemos que hablar.

Mire al suelo queriendo saber cómo actuar ahora. Era más que obvio que no me presentaría ante su familia, en este caso solo su tío. Que sin lugar a dudas era la persona de gran importancia para Yael.

Y la razón me era obvia. Pero no quería ponerlas aun en voz alta ni en mi mente ni en mi boca.

― Alaila tú no lo entiendes.

Ahí está, él siempre podía ver a través de mí. Seguía sin dirigirle la mirada. Aunque no sé porque me hacia la ofendida. Yo era peor que él.

Al menos trata de decirme la verdad. En cambio yo la oculto. Para mi beneficio.

― solo quiero darme un baño Yael...dormir un poco quizás. Anoche... anoche fue muy intenso.

Por fin pude recorrer su rostro lleno de dudas. No me fui después de lo que paso. Y a pesar de todo no sé si en algún momento podre hacerlo.

― Alaila lo de anoche no volverá a pasar. Me descontrole. De verdad lo siento.

Por supuesto que no pasaría otra vez. Al menos no en un tiempo cercano.

Tardare un rato en recuperarme, tanto física como mentalmente. Porque ayer mientras estábamos solos en esta ciudad, volví a ser yo después de tanto tiempo.

―lo entiendo. ― Y era verdad. Lo hacía. No podía simplemente pretender que entre yo y Yael no había miles de cosas inconclusas. ― no te preocupes solo necesito tomar una ducha.

Abrí la bañera dejando que esta se llenara mientras yo me desnudaba. Me quite la sudadera atrayéndola frente a mí y así ver las frescas marcas de mi sangre. Tal vez después de que descanse podríamos hablar. Por ahora solo quiero olvidar un poco.

Cerré los ojos antes de deleitarme en el calor del vapor. Amaba tomar baños. Era un lujo que pocas veces me permitía como en esta ocasión. Aunque sé que dolerá.

Agregue un jabón olor a rosas dejando que se mezclara con el vapor del baño. Después de intentarlo con cuidado, por fin me había podido agachar lo suficiente para bajar mis pantalones cuando la puerta se abrió dejando ver a mis ojos azules totalmente serio. Aún seguía solo con sus pantalones de piyama. No podía culpar a Keyla por perder el aliento. Su recorrido con sus ojos por mis marcas me dejo claro que no me queje en tanto silencio como pensé.

― déjame hacerlo a mí.

Me dijo antes de enredar sus dedos en mi ropa interior, pero lo detuve con demasiada rapidez antes de que avanzara más.

― espera, está bien...déjalo.

Desenredo sus manos de las mías ignorando mi petición y dejándome completamente desnuda ante él. Debería estar acostumbrada pero aún me daba algo de pena.

Cerro la llave cuando vio que estaba lo suficiente llena. Me ofreció su mano para entrar a la tina y aunque avergonzada, la acepte. Entre con suma delicadeza tratando de no quejarme tanto por las heridas. La peor parte fue dejar que el agua tocara la piel de mis muslos y espalda.

Es extraño volver al dolor después de tantos años. Antes esto era tan familiar. Hasta podría decir que una parte de mí, muy en el fondo, lo extrañaba.

Mi prisión    #DescubreTalentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora