CAPITULO 27 " azotes"

51 8 2
                                    

Entre a la habitación aún después de que Michelle y Sandy me pidieran tomar mi distancia con Alaila.
Debía estar dormida y lo único que quería era observarla unos minutos por lo menos.

Todo era oscuro así que estuve seguro de que ella seguiría durmiendo sin más.

Ilumine un poco la habitación con una lámpara de la cómoda.

Mis ojos se agrandaron y me quede helado ante la imagen frente a mí.

Suspendida frente a la cama se encontraba Alaila inconsciente.

Me acerque con cuidado creyendo que esto podría ser solo un sueño.

Su piel nívea estaba adornada por marcas rojas.

Los juguetes de Michelle estaban regados por la mayoría del suelo.

— ¿ahora es tu turno? —Pregunto la voz ronca de Alaila en forma de burla— pues te habías tardado en llegar.

Sonreí ya que aun después de saber que está en total desventaja ella sigue luchando. Ese estúpido coraje.

— Creo que paso —le dije cerca de su oído. Acerque mi mano al segundo del brazalete. Con un sonoro click su mano callo junto con parte de su cuerpo, rápidamente me fui al otro repitiendo la acción, a consecuencia ella solo cayo de rodillas al suelo descansando su cabeza en la colcha de la cama.— no soportarías ni la mitad de mi sesión antes de que perdieras la conciencia.

La tome entre mis brazos con cuidado de no tocar su espalda demasiado.

La deposite boca abajo sobre la cama antes de dirigirme al baño.

Más fue mi sorpresa al ver que se encontraba igual o peor que la habitación de Alaila. Aunque la ropa de la cual carecía se encontraba tirada en el piso de este.

Me agache y tome del mueble un ungüento que sabía necesitaríamos más temprano que tarde.

Al volver a la cama Alaila se encontraba sentada en esta junto con la mayoría de su cabello sobre su rostro.

Me acerque para darme cuenta que ella sabía lo que aria.

— será mejor si te recuestas

Sugerí pero ella solo apretó los brazos alrededor de ella.

Me senté tratando de no moverla mucho. Había escuchado que los primeros azotes son lo peor. Ya habíamos tenido juegos de este tipo pero nunca tan drásticos como este. Pero para que Michelle perdiera la paciencia ella debió hacer algo bastante grave.

Tome de la crema y comencé a dispersarla por su espalda con el mayor cuidado posible.

Deteniendo más tiempo en las marcas que presentaban más hinchazón.

Me sorprendí en ver que ella no hizo ningún sonido o movimiento que indicara dolor.

Ya está acostumbrada ―dijo Sandy con tristeza.

― ¿a qué? ―pregunto Michelle mientras yo no podía moverme de donde estaba ni dejar de mirar a Alaila.

― A sufrir. ―susurro― a sufrir en silencio.

"A sufrir en silencio" ¿eso también implicaría el dolor físico? Ni por todo el tiempo que pasamos juntos ella pudo abrirse conmigo.

—listo.

Dije antes de levantarme y dirigirme a la puerta.

— así será siempre ¿no?

Me quede callado.

— me refiero a que hasta que logren hacerme como aquellas perras sumisas que tienen.

Voltee a verla pero seguía con su mirada gacha.

— te sugiero que mejor tomes mi consejo y matarme porque no lo lograran.

Comencé a quitarme la camisa y a desenredar mi corbata ya que su mirada al fin se posaba en mí.

Sus ojos se abrieron por el pánico sabiendo que pasaría.

— tienes razón, pero créeme que jamás creí que eso llegara a pasar. No, porque tú no eres como las demás. No sé cuántas veces me he repetido eso en mi mente y siempre supe que tuve razón.

— ¿que... que vas a hacer?

Quiete mis zapatos y afloje mi cinturón antes de empezar a acostarme en la cama.

— quita esa cara Alaila, no haremos nada solo quiero dormir, ya es algo tarde y mañana iré al trabajo.

Me recosté quitando la colcha para cubrirme. Sonreí ya que su mirada no parecía que me creyera alguna palabra. Mañana tendría que ir a trabajar con total normalidad. Estoy seguro que su familia ira como primer lugar a buscarla a la empresa.

— ¿no...me vas a tocar?

Me quede pensando en su pregunta antes de jalarla y que su cabeza reposara en mi hombro.

— duerme mi niña. Ya has pasado por mucho el día de hoy.

Su cuerpo estaba tenso. Pero me quede más relajado al tenerla cerca de mí una vez más. No me importaba si era de esta manera.

Te amo.

Decía mi cabeza.

Te amo como nunca creí hacerlo,

Pensé mientras cerraba mis ojos.

Pero nunca he podido decírselo en voz alta.




Mi prisión    #DescubreTalentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora