CAPITULO 18 "Una diosa y dos angeles"

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Yael

"te tendrás que casar. Tienes menos de dos años para hacerlo"

Fue el mensaje que Keyla me mando en la tarde. Pensé que después de su escenita, no sabría nada de ella en un tiempo. Pero aun así me pareció extraño lo que escribió.

"¿a qué te refieres?"

"es tu herencia. La perderás si no lo haces"

¿Qué? "busca a mi padre, está en tu casa en estos momentos"

Esto no podría estar pasando. Me levante de mi asiento. Ocupaba respuestas. Solo espero que esto

sea una maldita broma.

Antes de irme le informe a Alaila de ello. Por si ella deseaba irse temprano. Al peguntárselo contesto rápidamente que sí. Al parecer tenía planes hoy. Bueno, podría estar preocupado por lo que tenía que averiguar, pero eso no quitaba la atención de mí niña. Michelle se encargaría de ello.

***

Esperaba que al llegar las palabras de Keyla serian solo una mentira. Pero cuando entre me dirigí al único lugar al que mi tío estaría en mi casa.

Mi despacho.

Parado, con su persona imponente se encontraba mi tío, viendo hacia la extensión de árboles por la enorme ventana. Al darse vuelta su rostro con pocas arrugas, aun a su edad, se asombró un poco al verme. Su cabello café ya denotaba algunos reflejos grises, pero no por eso se le hacía ver débil. Todo lo contrario. Le daba respeto. No lo había ido a ver en más de un mes. Tampoco había ido a la sociedad en ese tiempo. Estaba demasiado ocupado en otras cosas.

― Hijo ¿Qué hace aquí? – pregunto dejando una copa que no había visto sobre el escritorio.

Yo por mi parte me acerque hasta quedarme en uno de los dos asientos que se encontraba frente este. Le sorprendía verme aquí. Pero entonces ¿Por qué me esperaba?

― Lo mismo me digo tío –sus ojos cafeses me miraron antes de sonreír.

­ ― Bien, me dirás quién te conto

Siempre tan persuasivo.

― Keyla

― Claro. Porque no lo espere – justo como ella dijo. Él no le haría nada―. Bueno, entonces lo sabes.

Me senté, cruzando mis pies, porque esto aún no terminaba. Sabíamos que no me conformaría con unas pocas palabras.

― Faltaba unos meses para que tu madre muriese. Ella pidió que fuese a hablar con ella –recordó con melancolía―. Aun eras un niño. Tu padre llevaba un año que había fallecido. Así que su herencia era dejada a ti al igual que la empresa y demás. Eras muy joven, como ya te había dicho, por lo cual tu madre se hizo cargo –comenzó a sentarse― ella era una mujer demasiado bella, a pesar de su estado. Lo era, tanto por dentro como por fuera. Se preocupó por tu futuro.

― Por eso me dejo la fortuna y mi educación pagada. Así pasase lo que pasase no estaría desprotegido. Lo sé –seguía sin entender nada. Porque si eso era cierto, no entendía lo que me informo Keyla.

― Eso solo es el principio hijo. Tu madre no solo pensó en tu educación, si no en tu bienestar. –al ver mi rostro con más duda solo se hecho a reír un poco más― eso quiere decir que tu estabilidad emocional, era lo más importancia para ella. Sabía que no estaría cuando tu crecieras, por eso la cláusula final del contrato. Tu Yael, tenías que estar casado antes de los treinta y cinco años.

Mi prisión    #DescubreTalentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora