CAPÍTULO 4 "Bienvenida"

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Alaila

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— No por favor— susurro una y otra vez bajo la cama de nuestra habitación, rogando con los ojos cerrados para que no me encuentre.

— ¿Dónde estás hermosa?— no, se está acercando. Solo vete.

Mamá por favor, llega

— Alaila si no sales, jugare con Alice— mis ojos se abren de golpe debido a sus palabras— ¿eso quieres?

No puedo evitar llorar. Ese hombre no debe tocar a mi hermana. Entonces veo que se empieza a descender al suelo. Sabe dónde estoy debido a mis sollozos.

¿Porque no te llevaste a Alice hoy mamá?

—aquí estas— dice con una sonrisa al encontrarme.

Despierto empapada en sudor y mi respiración agitada. ¿Que... que hacía de nuevo en mis sueños?

No pasa nada. Inhala, exhala, inhala, exhala

Hace años que no tengo pesadillas, o más bien no sueño con mis recuerdos.

Ryan ya no está, no nos hará daño.

Ya casi quince años. Hace quince años que esa pesadilla acabo.

Que yo hice que acabara.

El ya no volverá.

Agarro los lados de mi cabeza con mis manos. Esta sensación, no de nuevo.

¿Pero porque todo mi mente vuelve al pasado?

***

Paso por los mismos pasillos de ayer para dirigirme a la oficina del señor Hantson y ver donde será mi nuevo lugar de trabajo. Esta área pareciera que siempre está igual, todo se ve exactamente como ayer, incluso el que pase desapercibida.

Mejor para mí, odio ser el centro de atención.

Sigo adelantes y veo a la misma señora de cabello rojizo. Ocupo aprender su nombre.

— Buenos día, me informaron que debía venir— alza su mirada de la computadora. Me mira de arriba a abajo y hace sentirme incomoda con mi falda de tubo azul rey y mi blusa blanca. Creo que vengo muy colorida para este trabajo.

— Si, el señor Hantson ordeno que se le instalara un escritorio dentro de la oficina de él. Si necesita algo solo avise— me dice tranquilamente, pero analizando mi reacción.

Me quedo helada. ¿¡Que!?

— Dis...disculpe— estoy a nada de comenzar a gritar como posesa— ¿estaré en la misma oficina que el señor Hantson?— todo sale como chillido de mi boca.

¡Pero qué demonios!

— si señorita Anderson— me mira como si tampoco lo comprendiera— no hay más oficinas y el señor Hantson quiere tener preciso cuidado en cuanto a las finanzas, que es de lo cual se encarga usted, ya que los demás pues— sonríe— fracasaron.

Maldición. Aun así eso no quita que pueda trabajar a gusto con él en el mismo espacio que él. De hecho en la misma empresa me iba a resultar muy difícil.

— si tiene alguna queja, el señor Hantson dijo que se lo hiciera saber, pase está en su oficina— dice con una sonrisa burlona. Definitivamente esta señora me odia.

— está bien, compromiso— respiro hondo.

Me voy a la oficina. ¿Cómo voy a poder durar en esta empresa con un tirano observando cada uno de mis movimientos?

Ahora si al entrar lo primero que veo es hacia afrente. Y justo como lo imagine ahí está.

Empiezo a acercarme. Pero antes de que del segundo paso ya me está mirando, como si me hubiera sentido. Rio para mis adentros, como si eso fuera posible.

Ahora tengo que ir y sentir como su mirada vuelve a perforar mis sentidos. Y es como si lo que ayer sentí volviera pero con más intensidad y no me sorprende, ahora esto será así todos los días. Creo que me tendré que largar de aquí antes de lo pensado.

— Por favor— Creo que ladea ligeramente la cabeza y sonríe ampliamente— pase y tome asiento.

Y así lo hago pero en todo el proceso ni yo y ni él nos quitamos las miradas.

—me imagino que ya le han de haber informado donde desempeñara sus labores— no me diga. Sera que es adivino o mis estúpidos nervios que no se disimular le habrán dado entender eso— espero que eso no sea un inconveniente.

¿A caso quiere que renuncie? Porque si es así va por un excelente camino.

— Si ya me han informado, solo que—levanta la ceja. Creo que eso ya es particular en el— podría interferir en su trabajo.

Bien, eso es una buena razón.

— no veo porque, a menos que haga un ruido excesivo a la hora de trabajar — abro ligeramente mis labios para afirmarle que sí, pero me interrumpe— y Aunque así fuera no supone algún problema hacia mi

Me da una sonrisa demasiado amigable, lo malo que no quita que le quede bien en su rostro. Trago disimuladamente saliva ¿pero a que está jugando?

¡Claro! El muy tipo quiere agotar mi paciencia para demostrar que no puedo con esto. No tiene mi la mejor idea de lo que es paciencia si no ha tratado con Alice y dos hermanos revoltosos.

Bien señor Hantson pues ya veremos

— Está bien — le sonrió de la misma manera— no hay problema

—Entonces no hay problema— se levanta de su asiento. Comienza a rodear el escritorio y veo que tiene un traje azul oscuro, que le hace resaltar sus ojos.

Se acerca a mí. No puede ser ¡él era lo que olía tan bien! Cítricos y revuelto con algo terrenal. Esa combinación hace que exhale. Pensé que este olor era de fuera y se quedó impregnado en mi ropa.

Estoy tan embobada percibiendo su aroma que apenas reacciono cuando agarra mi brazo y ayuda a incorporarme.

Nos dirigimos a un escritorio que no había visto al entrar. Se encuentra a unos metros de donde está el señor Hantson.

— tiene todo lo necesario para que realice a gusto todo— aunque ya estamos frente no me suelta el brazo— y además de que encargue personalmente que se le diera de la mejor tecnología para que todo le sea más fácil.

Su tacto me hace tener escalofríos. Trato de soltarme pero batallo un poco porque me sostiene más fuerte. Al final cede.

Empiezo a rodear lentamente mi nuevo lugar de trabajo. Es acogedor, definitivamente no a lo que estoy acostumbrada, ya que el que un tirano este tan cerca y al pendiente de mis labores no es normal en ningún lado. Es negro, pero me agrada. Por lo general trato de evitar lo más que puedo ese color. Todo parece en orden. Me agrada.

Pero si pudiera estar en otro lugar, no se ¿en otra ciudad? Eso sería perfecto.

— ¿Qué le parece?— volteo a sus ojos. Creo que está ansioso. No. Debe ser mi imaginación.

— Me parece excelente— le soy sincera. No es perfecto por obvias razones— Creo que trabajare muy bien con todo esto.

Ni crea que va a hacerme retroceder. Si eso quiere, le demostrare que sus locuras no pueden conmigo.

— Bien— vuelve a sonreír. Tiene que dejar de hacer eso. Apenas puedo con esta esencia para combinarlo con eso— aunque si quiere cambiar algo no hay problema.

—Creo que no, todo está bien— miro de nuevo el lugar— me agradado de hecho.

Mete sus manos a los bolsillos. Eso hace que luzca más joven de lo que es.

—en este caso bienvenida a nuestra oficina señorita Anderson

Le doy una sonrisa forzada. Para mi mala suerte eso me encanta. "nuestra" se escuchó demasiado bien.

Esto está demasiado mal.

Mi prisión    #DescubreTalentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora