Capítulo 5: «Asalto sorpresa»

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Fue difícil ser sigiloso cuando la tierra crujía bajo la suela de mis botas. Una tupida capa de hojas secas acompañaba mi andar, mientras con cada paso conseguía espantar a cualquier animal agazapado entre las sombras. En pocos minutos llegué a la cascada donde había escondido mi equipo semanas atrás, y me acerqué a la pequeña piscina natural de piedras en busca de lo que necesitaba. 

Desde que empecé a coleccionar experiencias trágicas en mi vida, entendí que no solo era necesario un plan B, sino también el C, el D hasta el Z. Procuraba estar preparado para lo que sea y eso incluía una misión secreta al nido de las máquinas. 

No piensen que no considero los numerosos riesgos y obstáculos que me tocará afrontar, además de las consecuencias por faltar a la orden de Shownu. Soy consciente de mi imprudencia y de que probablemente ésta sea la decisión que podría conducirme a una muerte segura, pero tengo muchas razones para escoger enfrentar a la parca cara a cara. Todos estamos destinados a morir, pero yo quiero hacerlo sabiendo que luché por rescatar a mis seres amados.

Recogí la mochila oculta entre la maleza húmeda y rocas herrumbrosas, y me cambié de ropa. El clima era tan inestable como mi humor en ese momento. Un día hacía demasiado frío como para vestir cazadoras gruesas y polares, y al siguiente el sol resplandecía en el cielo abierto agobiándonos con cuarenta grados de temperatura. Aunque lo peor eran los largos períodos de lluvia en donde tememos que un diluvio nos ahogue mientras dormimos. El cambio climático en verdad se agravió, como si la madre naturaleza deseara castigarnos.  

Esa noche estaba helado, el cielo cubierto y la niebla se alzaba en cada recodo.

Abandoné mi camiseta y pantalones detrás de unos arbustos y los reemplacé con el uniforme que solía usar cuando me enviaban a explorar ciudades aledañas en busca de «independientes», personas que han logrado escapar de la opresión de los robots y sobrevivieron escondiéndose en refugios. Muchas de nuestras misiones estaban destinadas a localizarlos, recuperar familias enteras y trasladarlas a un lugar seguro. Otras misiones, las más arriesgadas y críticas, consistían en liberarlos de las cadenas enemigas, directamente del nido de los robots ubicado en la metrópolis del país: Seúl. Minhyuk y WonHo habían sido enviados a una de ellas y ya conocemos el resultado. 

Pensar en ellos provocó que me diera prisa. 

Controlé rápidamente el contenido de la mochila, aseguré las correas con los guantes de piel puestos y confirmé tener las armas en condiciones, del mismo modo que el resto de mi equipamiento alojado en el cinturón que rodeaba mi cadera. Contaba con algunas raciones de comida y fruta, como así también lo necesario en caso de requerir atender una herida de gravedad. Antes de marchar, cargué un par de botellas con agua y dejé a mi alcance el mapa que durante mucho tiempo me dediqué a rellenar con notas sobre rutas seguras y libres de «rastreadores», robots programados para capturar insurgentes y trasladarlos a sus instalaciones de terror. 

Una hora más tarde, cuando dejé la cascada kilómetros atrás, acerqué mi mano al arma cuando noté la presencia de algo más. Sin embargo, fui bastante lento y alguien me derribó, golpeándome la cabeza contra el suelo. 


Continuará...  


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