Generalmente no me gusta salir, pero hoy decidí ir a la plaza tan solo a sentarme y dibujar, incluso salí de pijama, sin importarme lo que la gente pudiera pensar de una adolescente en pijama a las 3 de tarde en sábado. Un chico de cabello largo y café oscuro, con ojos color azul y de tez pálida se sentó junto a mi, tomó su celular y simplemente no prestó atención a mi presencia.
-Disculpa, ¿eres de por aquí?- Su voz era muy grave y al oírlo me exalté un poco, sin embargo no parecía mala persona.
-Si, ¿por qué?
-Me acabo de mudar por aquí, pero no conozco a nadie, y tú no pareces tan mala, es más, eres muy hermosa.
-¿Enserio? ¿En pijama y despeinada?
-Si, a mi no importa, te ves muy linda.- Admito que me ruboricé al oír eso un poco pero intenté disimular.
-Esta bien, te enseñaré Marsella, con unas cuantas condiciones.
-Claro, dime cuales.
-1. Datos generales, ya sabes, nombre, dirección, alguna credencial, algo que me confirme que eres quien dice ser. -Él simplemente sonrió aguantando las ganas de reír.
-No te voy a secuestrar, niña.
-Caras vemos, corazones no sabemos.
-Calma, tan solo debes relajarte y vivir.
-Mientras más sabes, más te consume...-El peso de saber todo es que te das cuenta que en realidad no sabes nada, no eres mas que un simple microorganismo en el universo, lleno de cosas mucho más complejas que tú, y te reduces a ser incluso un simple accidente. Supongo que me quedé pensando por un rato porque el chico me veía un poco preocupado.
-Esta bien, ¿qué más?
-Ok, 2. Tú no te encariñas conmigo, ni yo contigo.
-Bueno, no te puedo asegurar nada, eres muy linda así que será difícil.
-3. Nunca, pase lo que pase, juegues con mis sentimientos.
-Es un trato, señorita.- Extendió su mano para sellar el trato y yo la estreché.
-Madeleine, por cierto.
-Isaac.
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Quid pro quo
Teen FictionQuid pro quo, expresión en latín para referirse a una cosa a cambio de otra.