Capítulo 12 Mu

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Ahora dicen que hay
muchos mas universos,
infinitos como el nuestro,
dime si no es para volverse loco,
¿No te sientes más pequeño?.

En varias ocasiones soñaba con un chico mayor que yo de unos hermosos ojos verdes, pero es muy difícil que recuerde algo más, y me llena de un sentimiento tan cálido y reconfortante a la hora de soñar con él. Ojalá pudiera saber algo de él, su nombre, su edad, si tan siquiera existe.
El sábado llegó y me arreglé para ir a la casa de Isaac, pasó media hora y ya estaba lista para ir. Isaac llegó 10 minutos después con su auto, que en realidad nunca había visto porque cuando salíamos caminábamos, y cuando me enferme no me levantaba para nada, era un Ford Focus ST de color plateado. Isaac abrió la puerta para que entrara, la cerro y subió del lado del conductor, él vive a 15 minutos caminando aproximadamente, no le veo el caso a ir en auto, aunque es lindo un pequeño momento de paz con él en su auto. Isaac iba vestido de una manera casual, unos pantalones de color caqui y una playera blanca, así que tal vez no voy tan mal para la ocasión, Isaac casi nunca habla de sus padres, así que no se exactamente que hacer. Llegamos rápidamente, Isaac abrió la puerta para mi y me tomó de la mano guiándome hacia la puerta de su casa, él sacó sus llaves y abrió la puerta de su casa dejándome pasar primero.
El día pasó normal, su madre era una señora delgada con cabello color rubio y una tez muy pálida, no podría decir que es muy alta, es mas bien "promedio", llevaba un vestido blanco y floreado a la altura de la rodilla con unos tacones bajos negros, su padre se veía mas serio, ojos color avellana y alto, cabello ondulado oscuro y con un cuerpo notablemente musculoso.
Al cabo de un rato la comida estaba servida y todos nos sentamos, sus padres platicaban entre sí y yo me senté junto a Isaac para hacer lo mismo. Pronto dieron las 5 de la tarde y el padre de Isaac debía irse, así que Isaac y yo regresamos a mi casa, esta vez caminando ya que quería estar un poco más con mi novio y disfrutar del calor que me brindaba con su abrazo.
No tardamos mucho en llegar a mi casa, así que él se quedó hasta las 8, para ver las estrellas un momento, solo existían las estrellas y nosotros.

Quid pro quoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora