Capítulo 18 Sigma

15 2 2
                                    

-¿Qué es lo que tanto escribes en esa libreta, Elise? Escribes ahí desde que te conozco.
-Simplemente unas cuantas cosas, te la prestaré cuando termine si quieres.
-Sería un placer.- Y así fue, en el transcurso de una semana ella me entregó su libreta para leerla. Resultó ser una novela bastante larga y estructurada que llevaba escribiendo alrededor de un mes, la leí lo más rápido que pude y la lleve a una imprenta. Cuando estuvo impreso y encuadernado lo envolví para llevarlo al día siguiente a la escuela.
-Elise, tengo algo para ti.
-¿Enserio?
-Si, cierra los ojos y extiende tus manos.- Y así lo hizo, confiando plenamente en mis instrucciones, deposité el libro en sus manos y la mire por un instante, estaba emocionada, apretando los ojos por los nervios.
-Esta bien, abre tus ojos.- Sus hermosos ojos se iluminaron dándose mil ideas al ver la forma del paquete, lo abrió poco a poco para no desgarrar la envoltura, y vio el título de su libro escrito en cursivas en la tapa gruesa color azul cielo, juro que vi una pequeña lagrima deslizarse en su mejilla, después de eso me abrazó por primera vez desde que la conocí.
-¿Y a que se debe esto, Eric?
-Tan solo quería pedirte algo.
-Claro, dime.
-¿Quieres ser mi novia?
-Claro que si, idiota.- Y la abracé.

Y pasaron los años hasta que terminamos nuestra educación media obligatoria, Elise recién cumpliendo los 17 al igual que yo, y esos años fueron los mejores de mi vida al lado de Elise, siempre afines y pasábamos nuestras tardes juntos. Claro que tuvimos uno que otro problema, como cuando Liessel quiso sentirse mas importante de lo que era molestando a Elise hasta hacerla llorar, obviamente la defendí, aunque ella se volvió a cerrar con gran parte de las personas, pero siempre estuve para ella cuando lo necesitó, Liessel no volvió a meterse con Elise cuando hice que la suspendieran por una semana cuando metí unos cigarrillos en su mochila y convencí a los profesores para que revisaran sus cosas. Desde ese día nadie se atrevió a hacerle algo a Elise.
Sin embargo, era la hora de despedirnos, ella iría a estudiar animación en Nueva York. La SVA era sueño, y no podía quitárselo, no podría vivir con ello, así que la deje ir.
Aprendí rápidamente a tocar la guitarra para que el día que tuviera que llevarla al aeropuerto pudiera cantarle Hey there, Delilah. Y ese día llegó, pase a recogerla a su casa para llevarla al aeropuerto, metí en la cajuela sus maletas y mi guitarra. Tardamos aproximadamente 45 minutos en llegar al aeropuerto, cuando llegó el momento le ayude con sus maletas y canté para ella.
-¿Sabes que esta podría no ser la despedida, cierto?
-Lo se, pero te mereces todo y no quiero privarte de ello.
-Tonto, tú eres mi todo.
-Hay mejores, y lo verás.- Elise me abrazó, me dio un pequeño beso en la mejilla y se dirigió a su avión.

Quid pro quoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora