En segundo semestre mi madre enfermó, seguía yendo a la escuela y saliendo con mis amigos como siempre, al igual que empecé a salir por las noches a varios bares tan solo para encontrar chicas para una sola noche, simplemente no quería una relación seria en ese momento, y en realidad no esta en mis planes lo que es convencional para todo el mundo, casarme, tener hijos, llegar a casa con ellos después de trabajar, ese tipo de cosas.
-Hola.- Me acerqué a una chica que llevaba un rato observando y al parecer iba sola, tenía un cuerpo esbelto y un cabello rubio muy claro, aunque no se veía decolorado o algo por el estilo, con unos ojos azules simplemente brillantes y una piel muy pálida. La chica solo volteo a verme y me examinó, sonrió y volvió a su bebida.
-Hola.- Dijo a modo casi de susurro.
-¿Me dejarías sentarme aquí e invitarte una copa?.- En ese momento ella volteó a verme un poco más, concentrándose en mis ojos, lo cual me intimido un poco, ya que no me gusta mucho que la gente me vea directamente por mucho tiempo.
-Esta bien, se nota que no eres tan malo como te ves.
-Gracias, supongo.- En realidad no supe muy bien como sentirme con ese cumplido combinado con ofensa, así que me limité a sonreír.
-¿Como te llamas?
-Soy Eric.
-Entonces disfrutaras esta gran ironía de la vida, mi nombre es Ariel.- Dijo riéndose un poco, al principio no lo capte, después recordé la película de Disney, "La Sirenita". Reí un poco por la coincidencia y por un momento me llegue a plantear que tal vez sería una pequeña broma del destino.
-¿Y esta noche me llevara a su castillo, mi príncipe?.- Dijo mientras posaba su mano en mi pierna por encima de la rodilla subiendo sutilmente.
-Solo si mi princesa lo desea.
-¿Entonces que esperamos?.- Pague ambas cuentas y ambos nos levantamos, le ofrecí la mano y la tomó, busqué mi auto y a su vez las llaves del mismo, cuando las encontré desactivé la alarma y abrí la puerta para Ariel, cuando ella subió cerré la puerta y fui hacía mi asiento. Llegamos en cuestión de unos minutos, en estos tiempos mi padre nunca estaba en casa, se quedaba cuidando de mamá confiando en que los doctores le ayudarían.
-¿Y en donde está tu habitación?.- Ariel era una chica directa y eso me encantó, así que tranquilamente la guíe hacia el cuarto.
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Quid pro quo
Teen FictionQuid pro quo, expresión en latín para referirse a una cosa a cambio de otra.