Y así pasaron unos cuantos meses, hasta que llegó una hermosa chica de cabello rubio y ondulado con ojos color miel, atributos exagerados y una delgadez rayando en anorexia, esa tal Leila.
Tuve que aceptar que no era suficiente y me marché, sin embargo Leila aún me observaba de lejos, incluso de vez en cuando se dejaba ver y presumir a su "maravilloso" novio.
Tal vez fue un error ignorar las condiciones.
Y me quedé ahí, en la playa Boléry, aceptando la soledad que volvía a sentir, rodeada de una que otra tontería que me causaba risa, de las tardes lluviosas en las que veía películas, y las soleadas para ir a pintar a la playa, ahora preguntándome si la gente ha sentido lo mismo que yo, si pueden simplemente olvidarlo o pasa mucho tiempo para que se recuperen, si para ellos la belleza de la playa es suficiente consuelo, porque para mí no lo es.
Pasaron unas cuantas semanas y ya estaba mejor, estaba tan sola como antes, tan solo era olvidar una cara más que pasó por mi vida, nada importante.
Pronto me diagnosticaron leucemia, sobreviví hasta el 20 de Enero del 2008, el día que Isaac decidió ir a verme después de un año y un poco más para disculparse, tan solo le dije que estaba bien, que ya no me importaba lo que fuera de su vida, y fue con la ultima persona con la que hable. Mi vida acabó con un pasillo lleno de luz y una hermosa melodía sonando en mi cabeza.
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Quid pro quo
Teen FictionQuid pro quo, expresión en latín para referirse a una cosa a cambio de otra.