Mi segundo año de universidad iba de maravilla, me había acostumbrado a vivir lejos de mi familia y de mis amigos, pero no podía quitarle crédito a que todo se hacía más llevadero gracias a que Max se encontraba conmigo. Despertar a su lado era algo que hace un par de meses atrás me parecía totalmente imposible e incluso ridículo, pero desde que nos volvimos a encontrar en aquella carrera de motocross, habíamos decidido no separarnos, aunque tuviéramos que pelear contra viento y marea, bueno, en este caso sería yo la que tuviera que pelear contra alienígenas con superpoderes que me querían muerta.
Max de vez en cuando se iba por unos días al pueblo, simplemente para asegurarse de que aquella pequeña comunidad de Rogenes siguiera donde estaba y que todo siguiera su curso. Nuestra única preocupación era Victoria, ella había roto un montón de reglas, y si bien, Max también lo había hecho al volver a estar conmigo, Victoria tenía las de perder, ella no había conseguido entregar a su humano, había matado a una Rogenes y me había protegido. Había roto las tres reglas más importantes de su comunidad, por lo que, según ellos, su castigo seria la muerte. Noah y Clarissa seguían de novios, su relación parecía volverse cada vez más fuerte y seria. Clar ya se había acostumbrado a tener un novio alienígena, decía que era la bomba estar con alguien que tenía habilidades que ningún humano podría tenerlas, además, Noah se había vuelto el nuevo chico super popular del pueblo, algo por lo cual ella se sentía orgullosísima. Eric... Eric se había vuelto mi mejor amigo, y aunque a Max no le agradaba mucho la idea de que me volviera tan cercana a alguien que estuvo a punto de matarme, respetaba mi amistad y no interfería en ella.
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Los pasillos de la universidad estaban totalmente desiertos y por más que las luces estuvieran prendidas, le había tomado un poco de miedo a caminar por lugares en donde no hubiera otro humano presente. Estaba arrepintiéndome de haber aceptado hacer las ayudantías a mi profesor de termodinámica I, aquello me exigía quedarme después de clases y salía prácticamente todos los días a las ocho de la noche por quedarme revisando los horrorosos exámenes de los alumnos de primer año.
Mientras iba caminando sentí un aire frio recorrer mi cuerpo. Me detuve de inmediato, mirando a mí alrededor, no era la primera vez que me sucedía dentro de los últimos tres meses. Mis pulsaciones fueron en aumento y me aferré con fuerza a los libros que llevaba entre manos, pegándolos contra mi cuerpo. Apuré el paso, las puertas principales de la universidad estaban cerca, del otro lado estaría esperándome Max, igual que todos los días. El frío se volvió más intenso y de repente uno de los tubos fluorescentes que alumbraba el largo pasillo, estalló. Di un pequeño grito y me agaché de inmediato, intentando protegerme de los pequeños trozos que caían.
- Mierda... -murmuré- tranquilízate Amanda, no pasa nada.
Murmuré para darme fuerzas, estaba a punto de llegar a la histeria y no quería volver a parecer una loca de remate como me habían catalogado hace un mes atrás. Aquel día, por accidente, corrí desde la cafetería hasta uno de los guardias para decirles que había visto a alguien siguiéndome. Seguimiento que claramente no se pudo confirmar, las cámaras de la universidad no lograron captar nada inusual, solo a una chica histérica corriendo por los pasillos.
Aún no me he atrevido a contarle a Max que de vez en cuando me siento perseguida y observada por alguien, porque creo que solo traería problemas innecesarios a nuestras vidas. Recuerdo cuando me dijo que los Rogenes llevaban años viviendo en Valle Vill y que no eran de vivir en grandes ciudades, ellos preferían los pueblos, en donde podían pasar desapercibidos del resto. Así que eso solo le quitaba credibilidad al hecho de que un Rogenes podría estar siguiéndome.
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Los Warner #2: No confíes en nadie
ParanormalAmanda creía estar fuera de peligro. Ahora que se había alejado de toda la comunidad Rogenes y de su pueblo natal, estaba segura de que todo había vuelto a la normalidad , pero estaba muy equivocada. Su vida había dejado de ser normal desde la apar...