Capítulo Diez

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Sabía que no era un sueño ni mi imaginación. Max estaba frente a mí sonriéndome, como si estuviera demasiado entretenido conmigo. Volví a darle la espalda y entonces me di cuenta de que yo aún me encontraba tirada en el suelo y que, lo más probable, es que estuviera en condiciones no muy presentables, con el cabello y ropa sucia y quizás hasta asquerosamente sudada. Maldecí para mis adentros. Sin duda este no era el aspecto que quería presentar si nos volvíamos a ver; no cuando Estefany era una chica tan guapa y mucho mejor cuidada que yo.

Di un suspiro y, afirmándome de una roca que se encontraba a mi lado, intenté ponerme de pie, pero en cuanto mi pie derecho se apoyó sobre la tierra, sentí una punzada que recorrió mi pierna, provocándome un fuerte dolor.

- Mierda –gruñí cayendo nuevamente al suelo y sobando cerca de mi tobillo, que era en donde había sentido el dolor-

- Te dije que te habías fracturado –dijo Max a mi espalda- ¿Por qué estás haciendo esto sola?

- No estoy sola –espeté al sentirme regañada por él. ¿Qué tenía que importarle lo que estaba haciendo?-

- ¿Un amigo invisible te acompaña? –preguntó en tono burlesco y soltando una risa-

Apreté mis dientes con fuerza para reprimir mis ganas de comenzar una pelea. Estaba volviendo a ser el mismo Max indiferente, frívolo y burlesco que había conocido en un principio.

- Si has venido a burlarte de mí, pues ya has cumplido tu misión –dije mientras intentaba por segunda vez ponerme de pie- así que ya puedes... ¡Oh, mierda!

Gruñí al apoyar nuevamente mi pie. Tenía que tener una jodida mala suerte como para haberme fracturado el tobillo en mi primer día de entrenamiento. No tenía tiempo que perder. Necesitaba saber defenderme de los Selt, aunque fuera físicamente.

- Vamos, te ayudo

Dijo Max llegando a mi lado y tomándome por el brazo. Inmediatamente me solté de este y lo miré con el ceño fruncido. ¿Qué tenía en la cabeza? ¿Ahora pensaba actuar como si pudiéramos ser amigos luego de terminar? Estaba realmente loco si creía que teníamos esa opción.

- No. Puedo hacerlo sola –gruñí molesta. Esta vez no había vuelto a caer, pero estaba intentando mantener el equilibrio por un solo pie, afirmándome del árbol que tenía a mi lado-

- ¿Y cómo piensas bajar la colina? –preguntó haciendo un gesto con su mano en dirección hacia la bajada- ¿Rodando? No seas terca y déjame ayudarte.

- No es una mala idea –susurré mirando con desgano lo lejos que estaba del terreno plano-

- Vamos –volvió a insistir poniéndose delante de mí de rodillas y dándome la espalda- súbete y terminemos con esto de una vez.

Lo miré achicando mis ojos. ¿Estaba pidiéndome que me subiera a su espalda? Aunque me moría de ganas por sentirlo cerca, no iba a aceptar su oferta. No podía. Al más mínimo contacto físico que tuviéramos no iba a ser capaz de contenerme, ¿Es que acaso pensaba que yo podía dejar de quererlo de un día para otro? Yo no era como él. Mis sentimientos eran reales, los fueron desde el primer día en que lo vi. No podía borrar algo de dos años en unos días.

- Olvídalo –susurré y di un paso con mi pie izquierdo, manteniendo el derecho en el aire-

- Amanda –bufó tomándome con fuerza de mi brazo, provocando que de inmediato perdiera el equilibrio pero él logró tomarme entre sus brazos- ¿Vas a actuar todo el tiempo como si me odiaras?

Los Warner #2: No confíes en nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora