Capítulo Veinticuatro

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Furiosa tomo a Carter por su pecho y lo empujo contra la pared que se encuentra a su espalda. Me mira con sorpresa y a la vez confundido, intentado averiguar porque actúo así, pero esta vez no podrá saber nada más de lo que yo decida decirle.

- ¡Dime por qué debería seguir confiando en ti, Carter! –espeto acercando mi rostro a centímetros del suyo, queriendo intimidarlo- Dime porqué maldita razón debería de seguir pensando que estás de mi lado.

La confusión inunda su rostro, y sus ojos no parecen más que buscar una y otra vez el significado de mis palabras intentando entrar a mi mente. Suelto una sonrisa burlesca a la vez que lo tomo con más fuerza desde su camisa, presionando su cuerpo contra la pared, llegando al punto a que, si fuera más fuerte, podría hacer un maldito hoyo para atravesarla.

- ¡¿Qué más pruebas necesitas?! –pregunta alzando la voz. Sus manos toman con fuerza las mías y logra quitarlas de un tirón, empujándome hacia atrás- ¡He estado todo este tiempo cuidando de ti, entrenándote, enseñándote a luchar contra los míos! ¿Eso no es suficiente para ti? –grita dando un paso en mi dirección- ¿Qué más necesitas?

- ¡No me dijiste lo de tu padre! –grito más alto que él. Empuño mis manos en un intento de contener la ira- ¡Tú estabas ahí! Viste el momento exacto en que él extendió su mano, y tú sabías muy bien lo que eso significaste, pero no dijiste nada –digo dando otro paso hacia él, dándole un golpe sobre su pecho- me viste la cara de estúpida, y no dijiste ni una maldita palabra para detenerme.

- ¿Crees que él no sospecharía si intentaba advertirte? –me espeta frunciendo el ceño- sabía que tenías planeado escapar antes de tomar el mando, y mi padre tenía que verlo, porque jamás se tragaría la idea de que lideraras Seos sin antes haber intentado huir, ¿Lo entiendes? Tenía que protegerte.

- ¡¿Protegerme de qué, maldita sea?! ¡¿No lo has visto?! –grito haciendo un gesto con mi mano hacia donde tengo la marca- es obra de tu padre. Me hizo creer que me había visitado en sueños, pero no, estuvo ahí, en mi casa, a metros de donde dormía mi hermano. ¡No me importa lo que me pase a mí! Me importa que ellos no salgan lastimados ¿Entiendes tú eso? –pregunto dando otro paso en su dirección, dándole otro golpe en su pecho-

- Lo entiendo –dice bajando la voz y fijando su mirada en la mía, viéndose mucho más calmado que antes- porque a mí tampoco me importa si salgo lastimado, pero no me perdonaría que por esto... –acerca su mano hasta mi cuello y sus dedos intentan tocar la marca pero yo me echo para atrás, esquivándolo- salieras lastimada.

- ¡Ya basta, Carter! Esto ya no se trata de mí, se trata de mi familia y de que todo esto acabe de una vez, y necesito asegurarme de que, por una maldita vez, alguien en mi vida no me está mintiendo.

- No lo estoy haciendo –se defiende tomándome por los hombros para acercarme a él, pero yo me resisto a moverme- sabes que puedes comprobarlo a tu manera. Puedes entrar a mi mente y saber cada uno de los pensamientos que he tenido, ¿Necesitas que te los muestre para que puedas seguir confiando en mí?

Podría decirle que sí y arriesgarme a saber qué es lo que ha estado pensando, pero sé que me enteraré de cosas que prefiero hacerme la desentendida.

- No... -susurro bajando la mirada y alejándome de él- no es necesario.

- Sé que quieres huir, sé que no quieres tomar el liderazgo conmigo, lo supe desde el primer día, y hubiese hecho lo que fuera necesario para que no lo hicieras si así lo querías –dice mientras mira a su alrededor, como si estuviese nervioso- pero sabes muy bien lo que significa esa marca y no hay forma de que podamos evitarlo.

Los Warner #2: No confíes en nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora