Capítulo Dieciocho

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El lugar más bien no parecía ser una casa, era algo así como un estilo de cabaña de veraneo. Se parecía a la que habíamos utilizado en el Lago Manson, pero esta era mucho más pequeña. Tenía –para mi suerte- dos habitaciones, un baño y una pequeña cocina que estaba conectada al comedor y la entrada principal. Se sentía acogedor, pero a la vez algo apagado. No tenía muchos muebles y el color de las paredes eran algo deprimentes.

Me senté en una de las sillas de la pequeña mesa de la cocina y me quedé mirando expectante el siguiente movimiento de Victoria o Carter.

- ¿Y bien?

Pregunté cuando ninguno de los dos dijo nada. Carter se veía un poco más incómodo que Victoria.

- Pues aquí tendrás que quedarte los próximos días o semanas.

Aseguró Victoria a la vez que se dejaba caer en el sofá que se encontraba a su espalda. Soltó un fuerte suspiro y cerró sus ojos. Parecía un poco cansada, y eso era raro, porque ellos generalmente no lucían un aspecto cansado.

- Tengo que ir a despedirme de mi madre –dije cruzándome de brazos- al menos tengo que hacer como si realmente me fuera a la capital, además necesito recoger mis bolsos.

- No te preocupes por eso –respondió Carter- Victoria traerá tus bolsos y sobre tu mamá...

- Escríbele una carta –dijo ella como si nada-

Solté un suspiro y rodé mis ojos.

- Es más fácil si voy y me despido de ella como corresponde, sino se preocupara y...

- No podemos arriesgarnos –me interrumpió pareciendo molesta-

- Creo que estás exagerando demasiado.

De un segundo a otro se incorporó sentándose recta y mirándome con el ceño fruncido.

- ¿Aún no lo entiendes o es que lo de hace unas horas no fue suficiente?

Bajé la mirada en cuanto recordé lo que había pasado con algunos de mis ex compañeros. ¿Cómo había podido olvidarlo tan fácilmente? Había gente muerte por mi culpa, gente que no tenía nada que ver y que simplemente habían ido a disfrutar de la fiesta de Clar. Por Dios, ¿Cómo podía ser tan estúpida y haberlos olvidado así como así?

- No te culpes –dijo Carter- estas cosas pasan y siempre, en cualquier estilo de guerra, hay inocentes que mueren.

- Pero esta no es una guerra –murmuré entre dientes sintiendo una extraña molestia en mi interior-

- Lo es para ellos. Solo habrá un ganador.

Carter parecía tan seguro de lo que decía, que por un segundo se me cruzó la horrible idea de los Selt peleando como si se les fuera la vida en ello contra gente inocente.

- Ellos no se detendrán, ¿cierto?

- No. Eres tú o ellos, no hay más opciones.

Asentí con un lento movimiento de cabeza y dejé escapar un pesado suspiro. Efectivamente era ellos o yo.


Al final decidí no enviarle la carta a mi madre ya que me parecía demasiado extraño escribirle cuando podía llamarla, además estaba casi segura de que sospecharía de que algo malo estaba pasando si me despedía así como así. La llamé por teléfono cerca de las ocho de la mañana un par de horas antes de que saliera de su turno y antes de mi hora de viaje oficial. Le dije que Carter, el hijo de la hermana de Luis se había ofrecido a llevarme porque él también tenía que volver a la capital a dar clases, en un principio se molestó por haberme marchado sin despedirme de ella, pero a cambio, y para quitarle el enojo, le prometí que asistiría sin falta a la competencia de Miss Valle Vill, cosa que por supuesto, la hizo ponerse feliz ya que se iba a encargar personalmente de mi vestido.

Los Warner #2: No confíes en nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora