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La mañana comienza, y lo primero que noto es que está lloviendo. Las gotas golpean con un poco de brusquedad y las ramas de los arboles se agitan con violencia.

Realmente no me sorprendía que el clima esté así desde muy temprano, el clima en Houston siempre es lluvioso y con frio.

Veo la hora y son las siete de la mañana, mis padres deben estar en el súper mercado para surtir el suministro de la casa.

Así que no me queda de otra que bajar y servirme el desayuno. Una vez en la planta baja veo que hay una nota en la mesa que dice:

"Buenos días pequeña, apenas te levantes saca la basura. Te queremosJ"

―perfecto ―murmuro y saco la bolsa de basura del bote.

Salgo de la casa y la coloco afuera cerca del buzón, sin embargo, noto que nuestros vecinos de enfrente los Anderson están colocando letreros de se vende en el pasto.

― ¡Mandy! ¡Buenos días! ―grita la señora Anderson. Soy obligada a cruzar la calle para llegar hasta ellos― ¿cómo te recibe el clima querida?

―Mojado supongo ―sí, así de amargada logro ser en las mañanas, pero por suerte ella se rie y palmea mi espalda― veo que piensan vender la casa. ¿Se van a mudar?

―Oh sí, a mi esposo lo han transferido a florida, así que tenemos que irnos de aquí.

―Eso suena realmente triste. Los vamos a extrañar ―es inevitable no darle un abrazo y acobijarme en su calor.

Realmente son los mejores vecinos que alguien puede tener, ellos mantenían la felicidad en el condado y siempre hacían las mejores fiestas navideñas. Invitaban desde a la familia más conocida hasta los vagabundos que no tenían para comer, una familia simplemente increíble.

―Vendremos para vacaciones de navidad, así que nos volverán a ver por aquí.

―Eso espero ―le dedico una sonrisa y regreso a casa un tanto triste.

(...)

―Necesitaré que me firmes aquí y aquí― dice el cartero, quién curiosamente me entregó el paquete en la panadería. Naturalmente todo lo que llega es directo en casa. Firmo al final de cada hoja y le entrego la pluma― ok, gracias.

Da media vuelta y se va. Curioseo el paquete que dejó en la puerta y noto el gran tamaño. Mi sentido de curiosa de activo y pierdo la paciencia al ya tener una tijera en las manos y cortar la cinta para abrirlo.

Lo primero que me recibe es mucho hielo seco, así que saco todo y ahogo un grito cuándo veo lo que es.

―No puede ser... ―sonrío cómo estúpida y veo un carrusel musical junto con un peluche de gran tamaño― esto es hermoso.

Adoraba cuando Mathew se lucía con estos detalles. Corro hacía mi celular busco su número para marcarle. Suena una vez, dos veces y a la tercera vez responde.

―Hola amor.

―Realmente te has lucido con lo que me has dado, he quedado impresionada. Muchas gracias ―espero su respuesta pero sólo se escucha el silencio― ¿Matt? ¿Estás?

―Pequeña emm no se dé que me estás hablando.

―No te hagas, del regalo que me enviaste.

―Mandy, no te eh enviado nada. ¿Recibiste algo? ―palidezco de inmediato.

―Eh-eh debo irme. Nos vemos luego, besos ―cuelgo y decido regresar los presentes en la caja. Tal vez no es para mí y papá lo ordenó para mamá. Dios, soy una idiota. Mathew no es tan romántico.

Delirium |Zayn|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora