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El viernes en la noche había resultado más loco de lo que me esperaba. Vero había metido de infraganti a mi casa un pomo de vodka, dando la excusa de que le quería dar una vuelta a las monótonas reuniones que teníamos en las noches.

Yo me negué rotundamente, no sé qué caos se formaría en mi hogar si mis padres se enteran. Qué pensarían que su única hija está bebiendo a escondidas. Pero... Vero logró convencerme de que no había nada que temer, ya que de cierta forma tenía razón sobre que estamos bebiendo en la seguridad de mi habitación y no en un pub peligroso.

Y es en este momento dónde debí haber enviado al demonio a Vero ya que tengo una resaca demasiado fuerte que no puedo mover ni un solo musculo.

― ¡Mandy! ¡Vero! Hora de levantarse ―grita mi mamá al otro lado de la puerta. Siento cómo mi cabeza está siendo golpeada por martillos― las quiero abajo en 10 minutos.

Escucho cómo se aleja y deseo estar muerta. Cómo puedo me levanto de la cama y pateo a Vero quién duerme en el suelo, sólo gime y tengo que patearla con más fuerza, entre abre sus ojos y mantiene el ceño fruncido.

― ¿Qué? ―intenta taparse la cara con la almohada pero la detengo― enserio Mandy. Tengo jaqueca, sigue durmiendo.

―Mi mamá ya vino a levantarnos, así que despiértate que ya sabes cómo es.

―Amo a tu mami, pero en estos momentos la quiero ahorcar.

Comenzamos a arreglarnos y antes de los diez minutos ya estamos bajando para desayunar. Identifico el aroma a hot cakes y café caliente. Está mi padre leyendo el periódico y mi mamá colocando la vajilla.

―Buenos días ―decimos las dos.

―Buenos días chicas. Tomen asiento ―deja el periódico a un lado y nos presta atención. Me siento a su lado y Vero coge la silla junto a mí.

―Mandy, ¿tú sabías sobre la mudanza de los Anderson? ―me pregunta mientras sirvo el café unto mantequilla a los hot cakes. Asiento en respuesta― ¿Por qué no nos dijiste?

―Se me olvido. De todos modos siguen aquí ¿no?

―No. Ya la otra familia han comenzado a mudarse ―responde mi mamá― se me ocurrió ofrecer nuestra ayuda a su mudanza y de paso les damos la bienvenida a la comunidad.

―mmm no es buena idea. ¿Qué tal si no son tan amigables? ―alzo los hombros.

―Tonteras, nunca lo sabrás si no tratas a las personas.

―Cómo quieras mamá.

(...)

Sinceramente pensé que mi mamá desistiría de la idea de ayudar a los nuevos vecinos, pero conociéndola, es lo último que haría.

Vero tenía una hora que se fue, así que pasaría este infierno sola. Tenía en mis manos un pastel de limón cómo regalo de bienvenida, y una cesta de frutas locales.

―Ahora sonríe y se amable ―susurra mi mamá una vez que salimos de la casa.

El cruce hasta el otro lado se me hace eterno y es que tengo un presentimiento no muy bueno. Cómo si me llevara la sorpresa de mi vida. El camión de mudanzas está estacionado afuera y tiene la puerta abierta, así que se ven algunos muebles y muchas cajas apiladas. En las partes laterales tienen escritas con plumón negro tales cosas cómo "adornos" "vidrio" "flores" "lámparas".

Mamá toca la puerta y esperamos a que alguien acuda al llamado, por suerte no pasa mucho tiempo y aparece una mujer de mediana edad con unos jeans ajustados y una blusa negra sencilla. Mantiene un maquillaje casual y su cabello es recogido por una pañoleta.

―Buenos días. Lamento si interrumpimos su mudanza, somos los vecinos de enfrente y queremos darle la bienvenida ―le entrego el pastel y la canasta― Mi nombre es Julia y ella es mi hija Mandy.

―Mucho gusto, mi nombre es Trisha. Muchas gracias por los obsequios. Agradezco la bienvenida, esperemos que seamos unos vecinos muy unidos.

―Así será. También venimos a visitarle por si necesita ayuda con sus cosas.

―De hecho ya casi término, sólo es decorar, pero si no le molesta con mucho gusto puede ayudarme ―sonríe y me mira.

―Entonces empecemos.

Y así soy arrastrada hacía el interior de la casa. Admito que Trisha tiene excelente gusto, los cuadros y alfombras hacen contraste con el color de las paredes y ah colocado un nuevo candelabro.

―Mandy, ¿podrías ir por la caja que dice fotografías? Por favor ―me pide Trisha. Sólo asiento y me regreso al camión. Veo que es la primera caja y la sujeto. Con cuidado de no caerme entro de nuevo y las veo sentadas en el mueble.

―Aquí está ―pongo la caja en la mesa del centro y comienza a abrirla.

Saca unos portarretratos y el primero que nos enseña es uno de ella con su vestido de novia. Wow realmente es hermosa.

Sigue sacando otras fotos y nos muestra una de sus hijos cuándo estaban muy pequeños. Tiene una niña y un niño, pero... los rasgos del pequeño se me hacen tan conocidos que intento recordar dónde lo eh visto.

―Ella es Waliyha y él es...

― ¡Mamá! ―de inmediato los vellos de mi cuello se erizan y se escuchan los pasos retumbar por el pasillo. No puede ser― Mam...

―Hola Zayn. Mira, ellas son nuestras vecinas.

Conectamos miramos y frunce levemente el ceño. Ve de igual manera a mi mamá y sólo retrocede para alejarse.

―Disculpen a mi hijo, no es muy sociable ―dice y mi mamá y yo nos miramos al mismo tiempo.

―No te disculpes Trisha, así son todos los adolescentes ―disimuladamente mira su reloj de muñeca y abre la boca― perdónanos Trisha, pero ya nos debemos de ir. Olvide mmm algo en el horno. Fue un placer conocerte.

―Oh claro, cuídense.

Soy arrastrada de nuevo a la casa y no me dio tiempo de despedirme adecuadamente de Trisha. Azota la puerta y mi mamá me sostiene por los hombros con fuerza.

―No te quiero ver cerca de esa familia Mandy. ¿Me oíste? No te quiero ni cerca de sus hijos y más de Zayn. Si te habla ignóralo y mientras menos te lo encuentres serás mejor.

―Pero...

―Nada de peros. Si no quieres tener problemas con tu padre ni conmigo haz lo que te ordeno ―da media vuelta y se aleja a la cocina.

Si antes estaba confundida ahora lo estoy más. 

Delirium |Zayn|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora