El día se encontraba despejado por completo y el sol brillaba con intensidad, el aire soplaba con lentitud y se apreciaban las mariposas volar por las calles. En resumidas cuentas era un sábado perfecto.
Desayunaba con Vero en el sofá mientras veíamos un maratón de Bob Esponja, que puedo decir, aún tenemos esa chispa infantil. Metía una cucharada de cereal con leche a mi boca y reía estruendosamente cuándo a patricio le cayó un coco en la cabeza.
―Yo creo que tú serías Patricio y yo Bob Esponja ―dice Vero fijando su vista en mi― claramente en está amistad yo soy la más lista.
Enarco una ceja y carcajeo sin piedad.
―No lo estarás diciendo enserio.
Frunce el ceño y deja el plato vacío en la mesa del centro.
―Lo digo muy enserio. Yo soy la que da mejores ideas y sabe mantenerte a raya cuándo te embriagas.
―¿Estás segura? ―la señalo a lo que asiente― déjame recordarte de quién fue la idea el mes pasado de bajar la colina en patines.
Se queda pensando y eleva los hombros.
―Debes admitir que eso fue divertido.
―Te fracturaste el tobillo y yo el brazo, no le veo lo divertido por ningún lado.
―Eres una aburrida más bien ―se levanta y apago la televisión.
Subimos a mi habitación y comenzamos a arreglarnos, Vero debía volver a casa y yo tenía que ir a la panadería. Salimos al mismo tiempo y ella se monta en su coche y yo saco la bicicleta del garaje. Separamos caminos y pedaleo sin apuro, relativamente aún era temprano.
Decido tomar la vía larga y saludar a algunos vecinos que están tomando el periódico dominical con una taza de café en mano. Sujeto mi gorro de lana para que no salga volando y llego a tiempo al local. Quito el candado que lo mantiene cerrado y abro sus puertas, giro el letrero de "cerrado" a "abierto" y el día laboral comienza.
―Hola hola ―escucho la voz de Mathew por detrás y sus brazos rodean mi cintura― te has puesto el perfume de vainilla.
Olfatea mi cuello y no puedo evitar erizarme, giro sobre mis talones para quedar frente a él. Tengo que alzar la cabeza ya que es más alto que yo, deposita un beso en mis labios y esconde los mechones sueltos dentro de mi gorro de lana.
―¿Quedan mis magdalenas? ―sonríe pícaro y asiento con ternura.
Se aleja de mi lado y va directo a la bandeja recién servida de magdalenas, toma una y se la lleva a la boca, gime y cierra los ojos.
―Dios mio, nunca me cansaré de decir que son las mejores de todo el mundo ―relame sus labios y se posiciona en el mostrador― ¿tienes algo que hacer hoy?
Me distraigo un poco sacando cuentas antes de contestarle.
―Planeo quedarme en casa, sólo quiero dormir, ¿Por qué?
―Tony hará una fiesta y me invito. ¿no te apetece acompañarme?
Niego varias veces con la nariz arrugada. El sólo asiente y termina de comerse la magdalena. Continuamos platicando de otros temas y es que decide irse, me recuerda el almuerzo de sus padres y le prometo llegar puntual.
Clientes llegan y van y antes de cerrar, aparece Zayn. Viste una camisa blanca de mangas cortas junto con sus característicos pantalones negros ajustados. Luce desalineado y por alguna razón la palabra ardiente la veo escrito en su frente.
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Delirium |Zayn|
FanfictionLa forma en la que me mira y se muerde los labios me hace exasperar. Me observa cómo su próxima presa, quién está lista para ser devorada con su mirada oscura y manos duras. Deja salir el humo de su boca y sonríe ante mi miedo. Sabe que le temo pero...