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Me encontraba en el asilo de ancianos cubriendo el turno de Lilian, una amiga de la familia y es alguien a quién aprecio mucho. Siempre me llama para que cubra su puesto cuándo surge una emergencia, por suerte, la administración del lugar no tenía problema con ello.

El lugar olía a talco de bebé y perfume de manzana. Estaba a cargo de unos cuantos ancianos que estaban jugando bingo en el área de juegos. Tenía que mantener vigilancia y cuidado constante porque debido a su edad sufrían caídas o falta de memoria y comenzaban a asustarse cuándo no recordaban dónde estaban.

― ¿Cómo ha estado todo Mandy? Ya tenía tiempo que no venías a visitarnos ―pronuncia Gertrudis acariciando mi mano.

Le sonrío y no puedo evitar darme cuenta que los años han dejado huella en su rostro, tenía muchas arrugas y manchas cafés cubriendo sus mejillas y parte del cuello. Sus ojos mantenían su color azul intenso y el blanco ya había cubierto toda su larga cabellera.

―Eh estado muy bien, lo que ocurre es que la escuela me tiene muy ahogada con el tiempo. Pero prometo venir con más frecuencia.

―Eso espero. Todos te extrañamos.

No puedo evitar abrazarla y darle un beso en la mejilla. Las personas de la tercera edad me parecen tan tiernas que me dan ganas de rodearlos con mis brazos e impregnar ese rico aroma que sólo ellos tienen.

En lo que queda de mi turno me dedico a bañar a todos y darles de comer. Les sirvo sus medicamentos a la hora establecida y la hora de dormir ha llegado.

―Buenas noches Leonardo ―beso su frente y lo cubro con una sábana y el cobertor.

―Siempre tan amable y atenta Mandy. Descansa, ten cuidado cuándo regreses a casa.

―No se preocupe ―apago la luz― hasta mañana.

Salgo de la habitación y veo la hora en el reloj de la recepción, diez de la noche. Firmo el final del día en la lista de asistencia y me despido de los demás.

Al salir el aire frio me recibe de golpe y tengo que abrazarme para mantenerme en calor. Por suerte no tengo que esperar mucho ya que el coche de Mathew está del otro lado de la calle. Doy larga zancadas y abro la puerta del copiloto.

―Demonios, que frío ―murmuro pegando mis manos al calefactor.

― ¿Te caliento? ―no sé si estoy muy falta de sexo pero sentí la pregunta con doble sentido. Me sonrojo pero entiendo que lo hace con buena intención.

―Vale ―lleva mis manos a su boca y sopla con delicadeza, su aliento caliente me hace sentir bien y es que ya no tengo tanto frio.

―Gracias ―picoteo sus labios y se pone en marcha― ¿cómo estuvo la escuela?

―Normal. Vero me entregó la tarea que les asignaron para mañana junto con los apuntes. Están en mi mochila.

Busco en la parte trasera y abro su mochila sacando las libretas color morado. De una vez las guardo en mi bulto y continuamos conversando de temas tribales.

―Llegamos ―anuncia Mathew apagando el motor― Mandy...

―Dime.

―Se que no debe importarme lo más mínimo la vida de Vero, pero... ¿ya tiene novio?

Frunzo el ceño y me siento extrañada que él me este preguntando sobre mi mejor amiga. Una vez me dejó en claro que lo que tenga que ver con Vero es algo que no le importaba en lo más mínimo, tan sólo la trataba por ser mi novio.

― ¿Por qué preguntas?

―La vi con un sujeto montada en una motocicleta. Él no parece ser de aquí, al menos yo nunca lo había visto.

La sensación rara ha regresado y la idea de ver a Vero con Zayn me parece estúpida. Sacudo levemente mi cabeza y me alzo de hombros.

―Desconozco si Vero anda con alguien. Sí ella no me lo quiere contar, no seré yo quien la obligue a hablar sobre su vida privada ―respondo desabrochando el cinturón― debo irme. Nos vemos mañana, te amo.

―Yo más pequeña ―beso sus labios y salgo del vehículo.

El motor suena y acelera, perdiéndose de vista cuándo dobla en la siguiente calle. Sin poderlo evitar observo la casa de los Malik, y la luz de la sala está encendida junto con la del jardín delantero.

La motocicleta está estacionada cerca del garaje junto con la camioneta negra. El recuerdo de la nevada me invade y no puedo evitar sonreír, puede que Vero tenga razón y si es un caballero al fin y al cabo.

(...)

A mitad de la madrugada se me ha espantado el sueño, y es que el frio es tan insoportable que ni con los cientos de edredones que me cubren puedo mantenerme caliente.

Veo la hora y son casi las dos de la mañana. Tal vez si me preparo un chocolate el frio disminuya.

Así que eso hago, salgo de la cama y me encamino a la cocina. Ya que llego enciendo la luz y busco la cafetera, la lleno de agua y espero a que caliente, pero de pronto ruidos extraños se escuchan del patio trasero de la casa y mis sentidos de alerta se encienden. Dudo en si ir o no a investigar pero mi sentido de curiosidad puede más, así que abro la puerta y todo está en silencio. El viento hace que las hojas de los arboles se muevan de manera tenebrosa y examino el área.

―¿Hola? ―susurro saliendo más de la casa― ¿hola? ―repito y golpes se escuchan.

Muevo mi cabeza en todas las direcciones y una sombra negra me embiste. Sin dudarlo pego un grito tan fuerte que todo se vuelve negro y pierdo conocimiento de lo que sucede.


Delirium |Zayn|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora