IX

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Al día siguiente todos tomamos desayuno juntos. La verdad Perrie le daba cierta chispa de vida a esa vieja casa.

- ¿A dónde fue Destiny? -Preguntó Ryan mirando a Stefan. Este se encogió de hombros y me miró-.

- Fue a trabajar temprano, no como ustedes, par de vagos. -Reí con ellos mientras terminaba de comer mis hotcakes.- Y ahora yo haré lo mismo.

Partí enseguida a casa, para arreglarme y luego ir a la editorial. Al llegar Destiny estaba en su escritorio sumida en lo que estuviese haciendo en el computador.

- ¡Dest! -Reí suavemente al verla sobresaltarse.-

- ¡Christian! Digo... Señor Grey... -Noté cómo se sonrojaba- Una señorita llegó buscándolo. Una tal Katherine Everdeen.

Fruncí el ceño. ¿Katy? Era una vieja compañera de secundaria, si no estaba equivocado. Formaba parte del grupo reducido de amigos que tenía, pero que nunca más vi.

- ¿Y... qué más te dijo?

Se encogió de hombros sin quitar la mirada de la pantalla. ¿Destiny celosa? Me apoyé en el escritorio y alcé una ceja mirándola.

- ¿Segura que no dijo nada?

Negó, y yo suspiré. Vaya, vaya.
Decidí que lo mejor era entrar a mi oficina, pero Josh me detuvo.

- Tú ven aquí. Tenemos que hablar.

Fruncí el ceño. ¿Por qué todos andaban misteriosos?
Ya en su oficina nos sentamos y se relajó.

- Chris, ¿estás bien?

- ¿Yo? Creo que tú eres quien debería responder esa pregunta. Todos aquí. Y sí, supongo que estoy bastante bien.

- Pero, ¿qué aún no te enteras?

- ¿De qué? Oye, no quiero bromas, ¿sí?

- Christian... -Se acomodó en su asiento, entrelazó sus manos sobre su escritorio y suspiró.- Alguien saboteó tu trabajo. Tu libro, el que mandaste para su revisión Allá. -Señaló hacia arriba, refiriéndose al Jefe-

- ¿Qué? ¿Y cómo podría pasar eso? Se supone que este es un lugar serio y segur...

- Pues al parecer ya no. -Interrumpió Josh- Llegó uno de sus mensajeros buscándote, y como no estabas vino a mi oficina creyendo que estarías aquí. Le pregunté qué pasaba contigo y me contó.

- ¿Entonces mi trabajo no llegó?

Negó... no lo podía creer...

- ¿No tienes alguna copia?

- Sí, en mi oficina, se supone, pero, ¿cómo pasó? -Suspiré pesadamente y pasé mis manos por mi cabello-

Se encogió de hombros. Al parecer no había más que hacer al respecto.

Salí de la oficina para ir a la mía, pero al llegar algo no andaba bien. La puerta estaba abierta, ligeramente forzada... lo que vi después...

Papeles, libros, vidrios... todo roto en el piso. Estantes astillados, sillas rotas... parecía como si un huracán hubiese pasado por el lugar. El computador estaba deshecho, las gavetas de mis archivadores forzadas y dentro no estaba ni la décima parte de mis documentos, y lo poco que había estaba casi por completo en pedazos.

No me di cuenta cuando empecé a golpear con los puños el escritorio, que era una de las pocas cosas que quedaba en pie en aquel sitio. Tantos años de esfuerzo, dinero y tiempo invertidos... y todo deshecho en, ¿cuánto? ¿Un día? ¿Una noche?

No pude más. Tenía que salir, salir de ahí y escapar.

Salí, quizá corriendo, vi de reojo el rostro extrañado de Destiny. Bajé por las escaleras. No podía esperar por el ascensor, me sentía muy acelerado, con mucha adrenalina. Quería correr, huir... ¿Tanto empeño puesto en algo que deshicieron en un chasquear de dedos?

Al salir pude ver algo que me dejó helado. Una cabellera pelirroja pasar a mi lado... Me giré y ella sonrió, casi burlesca, y se fue hacia el ascensor. Tardé en reaccionar, pero corrí tras ella, inútilmente, pues al llegar frente a las puertas estas se cerraron, dejándome como última imagen suya un saludo con su mano. Más me hizo hervir la sangre.

30 minutos después

Victoria... Victoria era el nombre de esa mujer, y cada que pasaba por mi mente su imagen me daba una terrible jaqueca. Ella había sido, sin ninguna duda. ¿Quién más querría hacerme daño? Ella quedó sin el trabajo, sí, como muchas otras mujeres, pero ya tenía un antecedente suyo que era suficiente para cerrar el caso momentáneamente.

Abrí el grifo del agua para llenar la bañera. Estaba tibia.
Debía relajarme, no podía pasármela de enojo en enojo. Quizá venirme a casa no había sido lo mejor, o quizá sí, no sé... Mi celular me sacó de mis pensamientos. Era Destiny.

- ¿Christian...? ¿Estás bien? Te vi salir de tu oficina tan enojado y...

- Estoy bien... -La interrumpí, hablando algo cortante, y suspiré, cerrando los ojos- ¿Algo más?

Guardó un momento silencio. Escuché cómo hojeaba algo. Un cuaderno, una agenda, quizá.

- La señorita Everdeen había dejado un número... ¿Tiene dónde anotar?

- ¿Por qué no me mandas el número por mensaje? Estoy...

- Ocupado. Entiendo... Enseguida se lo mando, señor...

Estaba a punto de colgar, pero llevé el teléfono de nuevo a mi oído cuando oí que volvía a hablar.

- Ah... quería decirle que... Lamento lo de su oficina... -Esperó unos segundos en silencio, como esperando una respuesta, pero como sólo suspiré ella decidió que colgar era lo mejor, y efectivamente lo era.-

Me desvestí y entré a la bañera, puse algo de música desde el celular y suspiré, hundiéndome en el agua. Era momento de no pensar en nada, pero sabía que esto no quedaría acá.

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