XXIV

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¿Christian?

— Sí, sí, lo siento... Es sólo que me parece increíble todo lo que me estás contando.

Si no me crees mañana mismo puedes venir con Destiny a trabajar.

— ¿Quién eres, y qué diablos hiciste con el verdadero Josh? –Ambos reímos.–

Negué divertido e incrédulo. No podía unir la imagen de un tipo mujeriego que el fin de semana fuera de fiesta en fiesta, con la imagen de un jefe responsable... MI futuro jefe y amigo. Era extraño, pero a la vez emocionante.

Christian, debo tener esta postura ahora. Soy la cara de este nuevo proyecto. Debo estar como un hombre nuevo.

Destiny se acercó por atrás y rió divertida al ver que aún no terminaba la llamada. Pasó sus brazos por mi cuello y habló al teléfono:

— ¡Hola, Josh! Tanto tiempo.

Ulalá señor francés, conquistador. ¿Qué haces con Destiny en la recámara? –Creo que su lado coqueto y adulador no cambiarían de un día para otro.–

— Bueno, hasta mañana, Josh. –Dije, como para desviar el tema. No sería cómodo tener una conversación de chicos con la susodicha presente.– Mándame la ubicación del lugar y a primera hora estaremos allá.

¿Sabes? Mejor veámonos en la tarde y te explico lo demás. Esta noche es tuya, y no creo que a las ocho de la mañana estés en condiciones.

— ¿Qué dice, Christian? –Trató de pegar su oído al teléfono, pero yo trataba de mantenerla alejada. Era un juego que me distraía entre la curiosidad de ella y las burlas de mi amigo.–

— ¡Dile que la amas de una vez!

— Sí, Josh, yo le mando tus saludos. –Ambos reímos. Parece que la suerte y la felicidad nuevamente nos sonreía.–

Corté y giré la cabeza para ver mejor a Destiny, quién tenía una gran sonrisa para poder convencerme de que le dijera todo.

— ¿Y bien?

— Me debes un favor.

— ¿Por qué, si fui yo la que trajo la comida? –Hizo un puchero como una niña pequeña, el cual besé, haciéndola sonrojar.–

— No me refiero a eso.

— ¿Tiene que ver con lo que te platicó Josh, o sólo quieres molestarme?

— Cariño, conseguí un trabajo para ambos.

— ¿Hablas en serio?

Pasaron algunas horas mientras le contaba a Destiny lo que me había hablado Josh (claro que sin las mujerzuelas) acerca del trabajo y su nueva transición profesional y humana, como su nuevo renacer. Después derivamos en otro tipo de temas relacionados, como el cuánto nos iba a pagar, en si era sólo una broma, o si tendría futuro el proyecto. Finalizamos todo eso por el rugir al unísono de nuestros estómagos. La fruta nos haría bien antes de dormir... Y antes de divertirnos un poco.

Al día siguiente|En alguna parte de la ciudad

— ¿No crees que es algo exagerado tu plan? –Dijo la pelirroja chica mientras endulzaba con azúcar su taza de café.–

— ¿Exagerado? Para nada. Lo de la oficina fue un éxito, pero tan sólo fue la punta del iceberg. Nada de lo que he hecho se compara al daño que él me hizo.

— Es que todavía no puedo entender porqué me llamaste a mí, que prácticamente no tengo nada que ver con Christian Grey.

La chica rubia suspiró pesadamente mientras cortaba con rabia su sándwich por la mitad.

— Te lo expliqué por teléfono: ¡ERES LA ÚNICA QUE NO ME PUEDE DELATAR CON ÉL! –Dio un mordisco a su pan y habló con la boca medio llena.– ¿O crees que le hablaría a Josh, para que luego fuera a decirle a Christian?

— ¿Josh? –Inquirió la pelirroja después de tomar un sorbo de su taza.–

— El amigo de Christian. –Rodeó los ojos y negó.– Creo que tendré que darte clases sobre la vida de Grey.

— Eso no es lo importante ahora. Lo que en verdad no entiendo es porqué lo quieres perjudicar.

— ¡Porque me rompió el corazón! Me dejó tirada como si fuera un perro, y a pesar de que sabía que me había enamorado de él... No le importó.

— ¿En serio ese es el único motivo?

La puerta de la entrada se abrió y cerró de golpe, sobresaltando a ambas chicas, que se encontraban en la cocina, tomando un tentempié antes del almuerzo.

— ¡¿Qué fue eso?! –Exclamó la pelirroja.–

— Tranquila, es sólo Collin.

Se oía a alguien corriendo de un lado para otro, quizá buscando a las mujeres, hasta que por fin llegó a la cocina. Era un pequeño niño, de aproximadamente 9 años, de cabello castaño y ojos azules.

— ¡Mamiii! –Corrió hacia la rubia que se levantó de su asiento y lo tomó en brazos mientras besaba su mejilla.–

— Hola, mi amor, ¿cómo te fue en la escuela? ¿Por qué llegaste tan temprano?

— Es que la miss se enfermó, y por nos dejaron salir antes. –Miraba de reojo a la pelirroja, preguntándose quién sería, hasta que su madre lo notó.–

— Oh, mira, te presento a Victoria, una amiga mía. –Lo bajó para que pudiese ir a saludar.–

— ¡Hola! –Dijeron ambos con una gran sonrisa, y rieron al haber dicho lo mismo al mismo tiempo.–

— Bueno, ve a tu habitación. Yo te llamaré cuando sea hora de almorzar.

El niño asintió y se fue corriendo. Después de esperar en silencio unos segundos Victoria decidió retomar la conversación, en una exclamación que fue casi como un fuerte susurro:

— ¡Scarlett! ¿Por qué no me lo dijiste antes?

— ¿De qué estás hablando?

— No te hagas la tonta. ¡Es igual a Christian!

— Estás confundiendo las cosas. No porque sea madre soltera significa que Collin sea hijo de Christian.

— ¿Qué edad tiene?

— Nueve, ¿por qué?

— ¡Todo calza! Hace nueve años qué pasó eso con Christian. No trates de engañarme, si quieres que te ayude tienes que contarme toda la verdad.

Scarlett suspiró y asintió, tomando las tazas vacías y llevándolas al fregadero. Sabía que, aunque le doliera, tenía que ser sincera para que su malévolo plan saliera a la perfección.

— Está bien, sólo deja lavar esto, preparar el almuerzo y pasaremos a la sala a platicar mejor.

— Oye, ¿y por qué no pedimos una pizza? No sé, para que sea más rápido.

— Deja preguntarle a Collin. Ahora vuelvo. –Sonrió, algo forzadamente, pues el recordar lo que había pasado nueve años atrás le carcomía el corazón. Salió de la cocina, y se dirigió a la habitación de su pequeño hijo.–

Victoria suspiró mientras ponía un par de mechones de su rojizo cabello tras sus orejas, y murmuró para sí misma:

Victoria, ¿estás segura de que quieres hacer esto?

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