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Después de aquel baño había quedado bastante relajado, así que decidí ir a dormir. Mañana temprano iría a hablar con el Jefe, investigarían a esa mujer por los daños y todo estaría mejor. Nadie repondría, sí, todo lo que perdí, pero al menos mi familia no sabía nada de eso, y no quería preocuparles con problemas de la oficina.

Me acosté, y no supe cuándo me quedé dormido. Cuando desperté fue gracias a la llamada de Destiny.

— Señor Grey, ¿vendrá a trabajar hoy? ¿O aviso que está indispuesto?

Al parecer dormí más de lo que había planeado...

— No, no, Destiny... -Froté uno de mis ojos mientras soltaba un bostezo- Voy enseguida... -Escuché esa risita que era señal de que algo no le parecía- ¿Qué?

— Christian, descansa. Vuelve mañana, cualquier cosa yo te llamaré, ¿sí?

— Destiny, estoy hablando en serio, debo ir porqu...

— Yo también estoy hablando en serio, mi querido señor Grey, y por eso le digo que se quede en casa. Confíe en mí. -Antes de que pudiera quejarme ella prosiguió- Me molestará si lo veo por aquí, y créame... aún no me ha visto realmente molesta.

Sólo suspiré. ¿Qué más podía hacer? Esta chica estaba loca al hablarle así a su jefe, pero me agradaba su actitud... y en el fondo no deseaba verla molesta.

— Está bien, Jefa. -Sonreí, divertido por la situación- Nos vemos mañana.

Me gustaban esas conversaciones con ella. Sentía que podía ser yo mismo, y a la vez ella controlaba mi mal humor. Ponía cierto equilibrio respecto mis actitudes.

Durante el día no hice mucho. Decidí quedarme en cama, algo que hace tiempo no hacía y que en verdad me sirvió. Desperté temprano, sí, pero no fue impedimento para que el día se me pasara en un parpadeo.

Llegó el día. Estaba decidido. Tenía que hablar con el Jefe, aclarar todo y, si era posible, desterrar a aquella venenosa mujer de mi vida.

Todavía no tomaba el picaporte de la puerta de mi oficina cuando llegó uno de los mensajeros de Arriba. Parece que alguien más había pensado en mí.

— ¡Señor Grey! El Jefe lo espera en su oficina. No demore.

— ¡Espera! Voy enseguida contigo.

Y partimos juntos, aunque sin seguirle la cordial plática que quería entablar. Cualquier paso en falso podía ser... riesgoso, así que me limité a subir con él al ascensor y seguir el largo pasillo hacia las grandes puertas de su oficina.

Toqué la puerta, y el caballero dentro no tardó más de dos segundos en abrir. Al parecer estaba urgido en hablar conmigo, seguramente por lo mismo que yo venía. Me daba cierto gusto que estuviéramos sintonizados en el mismo canal.

— ¡Christian! ¿Cómo estás, muchacho? Ven, pasa, pasa. -Se apartó de la entrada y cerró cuando entré- Supongo que sabes porqué estás aquí, ¿no es así?

Sabía a quién le había encontrado parecido a Snow (y bastante), de los Juegos Del Hambre. Este viejo llevaba años en la industria, por llamarlo de cierta manera. A pesar de eso, estaba más fuerte que un roble, y tenía unos ánimos de un treintañero, aunque doblara esa edad.

Me senté en uno de sus asientos de cuero negro y él tomó asiento en el suyo, que era más grande y al parecer más cómodo, aunque no me podía quejar.

— Supongo que si vamos a hablar de mi Libro Perdido... -Dije irónicamente, pero fui interrumpido por su voz parsimoniosa.-

— Eso no es de lo único de lo que quiero hablar contigo. -Entrelazó sus dedos sobre la mesa- Mira... algo supe sobre lo que pasó con el retraso de tu entrega. También supe lo de tu oficina, lo que lamento en verdad pero...

Ahora fue él el interrumpido, pero no por mí, sino por la chica que tenía por secretaria... Quien resultó ser Victoria.

— Señor Thomas, su cita de las nueve llegó antes. Dice que es importante el asunto que tiene que tratar con usted.

Su voz era suave, seductora... irritante. No supe cuándo me puse de pie y empecé a alzar mi tono para atacarla y dejarla al descubierto.

— ¡Ella! ¡Ella fue la causante de todo esto! -Dije mientras la apuntaba con firmeza, como si se tratara de un bicho raro que merecía ser aniquilado-

— ¡Christian, cálmate! ¿Cómo pudo Victoria hacer algo así? ¿Qué tendría en contra tuyo?

— Lo hizo porque no la contraté. Es eso. Desde antes de pensar en contratarla ya me estaba causando problemas. -Apreté la mandíbula mientras la miraba, como si haciéndolo tuviera la capacidad de retenerla y no dejar que escapara.-

— Pe... Pero, señor Grey, ¿de qué está usted hablando? -Sonreía de lado nerviosamente. Se veía desconcertada-

— No te hagas la tonta. ¡Tú saboteaste mi trabajo y esfuerzo de años! No sabes lo que estás causando. Claro, tú ya conseguiste el empleo de todas maneras. ¿Ya estás feliz?

— Christian, no creo que sea adecuado cómo le estás hablando a la señorita Stuart. -Se veía algo incómodo, pero en verdad tenía que desenmascarar a esta mujer, ¡costara lo que costara!-

— ¡Vamos, mujer! ¡Dilo! ¿Por qué no puedes admitirlo?

— ¡Porque yo no he hecho nada! -Ponía sus manos en el pecho parcialmente descubierto por el escote de su vestido verde esmeralda, haciéndose la víctima- Sí, actué mal el primer día que vine a pedir trabajo, pero en serio que no le he hecho nada más. Ni me he paseado por su oficina, y la última vez que lo vi fue el otro día fuera del edif...

— ¿Por qué eres tan cínica? ¡Y delante del Jefe! -Fruncí el ceño y puse mis manos en mis caderas. Esta mujer estaba colmando mi paciencia. No sabía cómo sacarle la verdad... Pero al parecer no era el único que estaba intranquilo-

— ¡Christian, es suficiente! -Se puso de inmediato de pie- ¿Cómo puedes culpar de actos así a Victoria? Y tratarla de esa manera, Dios... --Suspiró negando con la cabeza baja. Segundos después alzó su mirada dura hacia mí y señaló la puerta- ¡Retírate! Y si no tengo en mi escritorio el lunes lo que te pedí no te molestes en regresar.

— ¿Y quién dijo que quiero volver? --Volteé a mirar a la chica- No tengo nada más que hacer aquí. -Fui hacia la puerta, dispuesto a salir de una vez por todas y liberarme-

— ¿A qué te refieres?

— ¡A que renuncio! No necesito este trabajo. -Salí sin esperar respuesta u objeción. La verdad yo ya había terminado la discusión.-

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