XV

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Suspiré pesadamente y empecé por sacarle el calzado y los calcetines, luego proseguí con la blusa y el pantalón. Era... extraño, ver a una chica, una amiga, sin ganas de hacer nada más que cuidarla. Era raro tener una chica semi desnuda en mi cama, a la que veía como una hermana, y que me avergonzaba verla en ese estado. ¿Qué era ese sentimiento? ¿Por qué me estaba comportando así?

Me costó ponerle la camiseta y el short por la posición en la que la tenía, pero lo logré. Tomé toda la ropa húmeda y la dejé en el baño. Más tarde iría a lavarla. Volví a buscar ropa, esta vez para mí, pero primero tendría que ducharme, así que lo hice rápidamente para poder recostarme pronto. Kath debió estar realmente cansada. Yo lo estaba.

No tardé demasiado en el baño, y cuando salí me puse los bóxers y una camiseta, pero no alcancé siquiera para ponerme el pantalón cuando la puerta se abrió de golpe.

— ¡Christian! Stefan me dijo que te encontraría... acá... –Su expresión de emoción se desvaneció progresivamente al verme, a medio vestir, con una chica en la cama.–

— ¡Destiny! Yo te lo puedo explicar. –Me puse rápidamente el pantalón y me acerqué a ella, pero la puerta se interpuso enseguida entre nosotros.–

¿Cómo se atrevía a cerrarme la puerta en la cara? ¡Y en mi propia casa! Era insólito. No había hecho nada malo, y aunque así hubiera sido, no era de su incumbencia. No éramos nada, y ni siquiera le había insinuado que me gustaba, o que siquiera estaba interesado en ella... pero de todas formas sentía la responsabilidad de hablar con ella.

— ¿Christian...?

Escuché la débil voz de Kath, que había despertado debido al gran portazo de Destiny.

— Kathy, ¿cómo te sientes? –Fui hacia ella, sentándome a su lado. Supuse que primero debía asegurarme de que ella estuviese bien. Ya luego podría arreglar el resto.–

— Más o menos... –Suspiró mientras se sentaba despacio en la cama, apoyándose en el respaldo de esta. Tardó un poco en darse cuenta de que lo único mojado en ella que quedaba era su cabello.– ¿Qué... qué pasó?

— Yo... yo te cambié la ropa. –Me sonrojé levemente y desvié la mirada.– No vi nada, lo juro.

Sólo soltó una pequeña risa y se acercó a mí, abrazándome por el cuello. Correspondí aquel gesto. Supongo que ella sabía que podía confiar en mí.

— Gracias, Chris... –Susurró en mi oído, para después dejar un tierno beso en mi mejilla.–

Nadie dijo nada más por un rato. ¿Qué estaba pasando? Me sentía extraño. Creo que nunca había vivido una experiencia tan... dulce como esta. Creo que jamás me había preocupado tanto de alguien más que no fuera yo. Había cuidado de mis hermanos, pero esto se sentía más complejo. Sentía su respiración tranquila contra mi cuello, todo lo contrario a los latidos de su corazón, que retumbaban fuertemente en su pecho. ¿Estaba nerviosa? Todo era muy confuso... pero se sentía bien. Muy bien.

— Creo que... deberías dormir un poco. –Me separé de ella y le sonreí suavemente. Supuse que era lo mejor, tanto para ella como para mí. Además, todavía tenía pendiente lo de Destiny.–

Ella sólo asintió, así que me levanté y salí de la habitación, aunque antes me di vuelta para verla por última vez: Se estaba recostando bajo las sábanas, sonrió adormilada y, ya cómoda, se dispuso a dormir.

No encontré por ningún lado a Destiny... y tampoco a Stefan. Seguramente se habían ido a casa de papá, así que no dudé en partir para allá. Supongo que nadie se daba aún cuenta de que el anfitrión de la fiesta ya no estaba en casa, y menos se darían cuenta de que yo me ausentaría. Sería sólo un momento.

Fui en auto lo más rápido posible a casa, bajé del auto y fui a tocar el timbre. Esperé, pero nada sucedía, así que toqué de nuevo el timbre.

Y nada.

¿Qué pasaba? Rodeé los ojos y llamé a Stefan, pero me mandaba enseguida al buzón. ¿Estaría enojado conmigo? Qué ridículo. Llamé a papá, pero me cortó enseguida. Creo que necesitaría sacar un juego de llaves de esta casa.

Todo era muy extraño. Opté por llamar al teléfono fijo, y al tercer timbrazo alguien levantó el auricular.

¿Hola?

Nina, ¿qué sucede en casa? He llamado a Stefan y a papá pero nadie me contesta.

Escuché que suspiró, y para lo siguiente que dijo usó un tono más bajo de voz, casi susurrando.

Christian... No creo que sea un buen momento. Quédate en tu casa, te avisaré cuando puedas venir.

Estoy afuera, y no me iré sin tener un argumento más convincente.

— Christian, yo no... –Suspiró nuevamente, interrumpiéndose a sí misma, y volvió a hablar después de un segundo.– Enseguida voy.

Ella sabía que no se podía negar a nada de lo que yo pidiera, trataba de quedar bien siempre conmigo... Y eso solía ser una ventaja.

Segundos después se abrió la reja, supuse que sería mejor entrar con el auto, así que después de hacerlo me dirigí a la puerta principal, pero antes de que siquiera pudiese tomar el picaporte Nina salió.

— Christian, por el amor de Dios, no vayas a interferir con...

— ¿De qué hablas? Sólo... déjame pasar.

Lo primero que escuché al entrar fue a papá peleando con Ryan, y parece que nada iba por buen camino...

¡¿Pero por qué no puedes entender lo que yo quiero hacer, papá?! Me quiero divertir, quiero hacer cosas, salir... ¡Y estar dentro de una oficina, administrando una empresa no tiene nada de lo que yo quiero!

¿Y quién crees que va a hacerse cargo de la empresa? ¿Christian? ¿Stefan?

— Pues quizá podrías venderla.

Ryan jamás le respondía a papá, y menos usando aquel tono irónico con el que estaba hablando ahora. No me di cuenta hasta ese momento de que no me había movido de la puerta. Si entraba al salón, donde ellos se encontraban, terminaría con aquella discusión... pero en verdad quería saber a qué se debía, así que me acerqué lo más sigilosamente que pude para oír mejor, quedándome en el oscuro pasillo, en el espacio que había bajo las escaleras que conectaban la planta baja con el segundo piso.

— ¿Te refieres a echar a la basura más de 20 años de trabajo? ¡Gracias a la automotriz te he dado a ti y a tus hermanos todo lo que tienen! No sé cómo no entiendes...

— ¡El que no entiende aquí eres tú! Tengo 19 años, quiero viajar, vivir, ¿por qué no dejas que sea lo que quiero ser?

— Ni siquiera sabes qué es lo que en realidad quieres a esta edad, Ryan.

El crujir de una de las tablas al apoyarme me delató, así que ambos miraron hacia el pasillo que llegaba al salón donde se encontraban, pero no le dieron mucha importancia, ya que había más gente en casa.

Puede que no sepa lo que haré académicamente... Pero sé que ya no quiero seguir viviendo en un sitio donde me quieren obligar a hacer algo que no quiero para mi futuro.

— ¿De qué estás hablan...?

— Hablo de que me iré a vivir con mi hermano. Y ni te molestes en ir a buscarme, porque no volveré.

¡¿Qué?! ¿Por qué este estaba siendo el día en que todos hacían lo que querían conmigo sin consultármelo?

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