XVII

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Tiempo después

— ¡Christian! ¿Por qué no despiertas? Tengo listo el desayuno.

Tocó la puerta por vigésima vez, pero yo quería seguir durmiendo. ¡¿Cuál era el afán de levantarme a las 9 am un sábado?! Ya ni siquiera estaba trabajando, y poco era lo que escribía. No sé qué me estaba pasando.

Después de media hora bajé a desayunar por mi cuenta (ya que Ryan, después de tanto tocar la puerta, hizo que el sueño se me quitara).

— Creí que nunca saldrías de tu cueva. –Puso a la mesa un plato con un exquisito desayuno.– Te prepararé unos nuevos waffles, porque los que te había servido ya me los comí.

— ¿Cómo comes tanto y no engordas? –Dije mientras tomaba asiento a la mesa del comedor.–

Estos días Ryan había sido muy atento conmigo: Me hacía el desayuno, hacía mi cama y siempre me preguntaba si podía hacer algo por mí. Era bastante cómodo vivir así, pero no era para lo que había venido a vivir conmigo.

— Buen provecho. Yo iré a lavar los platos que usé...

— ¡Espera! Ryan... Quiero hablar contigo.

— ¿Qué sucede?

— Toma asiento. –Le señalé la silla a mi costado y suspiré, entrelazando mis dedos sobre la mesa. ¿Cómo podría persuadirlo?–

— ¿Qué sucede? –Volvió a repetir mientras tomaba asiento y mantenía fijada su vista en mí.–

— ¿Qué es lo que quieres para tu futuro, en realidad?

— Christian, creo que olvidas que estás hablando con tu hermano, y no algún empleado tuy...

— Creo que olvidas que no tengo empleados. –Llevé un pequeño bocado de comida a mi boca, y apuré a mascarlo para poder seguir hablando.– Sólo me estoy preocupando por ti, Ryan. No tengo intención de molestarte. Es más... puede que hasta te pueda ayudar.

— Es que nadie entiende... –Dijo mientras se revolvía en su asiento, incómodo, desviando la mirada en dirección a la cocina.–

— Yo quiero entenderte.

— No lo creo...

Inmediatamente se puso de pie, sin siquiera dirigirme la mirada, y fue hacia el objetivo que tenía desde ya rato, huyendo de mi vista reprobatoria, pero comprensiva. Dejé mi comida casi intacta, y fui hacia donde se había dirigido. Estaba lavando con rapidez vasos y platos, queriendo terminar pronto, pero sin la eficiencia suficiente.

— Sé que tienes miedo... Todos lo hemos tenido alguna vez...

 Al apoyar mi mano derecha en su hombro izquierdo se detuvo, apretando sus labios. Volteó a mirarme, y sólo volvió a bajar la mirada. Sabía que tenía razón.

— No quiero arruinarlo todo... –Murmuró, lavándose las manos y retirándose del fregadero.–

— Por eso papá quiere que estudies lo que él estudió, sino cualquier otra persona hará lo que quiera con la empresa... Y quien mejor que tú para impedirlo.

Levantó a mí la mirada nuevamente, pero esta vez esbozando una ligera sonrisa. Creo que había sido sencilla esta batalla.

— Lo tendré en cuenta... Gracias, Grey. –Sacó su celular. Era Stefan.– Había olvidado decirte... Saldré con Stefan y Destin... Digo... –Rió nerviosamente mientras salía rápidamente.– Con nadie en... especial...

Suspiré. Ya no había pensado en aquel tema... 

— Tranquilo... –Sonreí, algo forzadamente.– Ve...

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