Mitos sobre los psicólogos.

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La mayor parte de las personas que optan por no acudir a la consulta de un psicólogo o no someterse a un tratamiento con psicoterapia suelen tener arraigados una serie de conceptos, en muchas ocasiones erróneos, que le alejan de la posibilidad de conseguir un mayor bienestar.

Por otro lado, y curiosamente, en muchas ocasiones nos encontramos con que estas personas suelen depositar gran parte de su energía en otro tipo de personas o actividades que, sin ninguna base científica que les avale, ofrecen consuelo rápido. Esto puede agravar considerablemente un estado que inicialmente no revista demasiada preocupación.

En las siguientes líneas trataremos de aclarar algunos de estos malentendidos para animar a todo aquel que tenga dudas a ponerse en manos de un profesional cualificado que le ofrezca una alternativa válida para adquirir una mayor calidad de vida a largo plazo.

1.- Al psicólogo sólo acuden los que están mal de la cabeza, los locos.

Esta afirmación es radicalmente falsa. Para empezar, las personas con una enfermedad mental, además de recibir una terapia psicológica necesitan una terapia farmacológica que un psicólogo no ofrece. La mayor parte de las personas que acuden a psicoterapia están mentalmente sanas. No se encuentran satisfechos con sus vidas o no saben cómo afrontar una determinada situación. Vienen para resolver sus problemas.

2.- La psicología sólo es psicoanálisis.

Muchas personas piensan que el psicólogo les va a sentar en un diván y va a mantenerles hablando sobre sus recuerdos más recónditos desde que eran bebés. El psicoanálisis no es más que una corriente dentro de la psicología que se puso de moda hace un siglo. Quizás sea la más conocida, sí, pero los psicólogos actuales disponemos de muchísimas más escuelas teóricas y técnicas que complementan nuestra actividad. Dependiendo de las necesidades del paciente se pueden usar técnicas distintas o incluso combinarlas.

3.- El psicólogo va a intentar que cambie, quiere hacerme perder mi autenticidad.

Acudir a una consulta psicológica es siempre una decisión personal. Generalmente, si acudimos a casa de un profesional suele ser porque hemos detectado que hay algo que no funciona bien. En ocasiones, para conseguir que la vida funcione como nosotros queremos hay que realizar cambios, pero esto no significa que dejemos de ser quienes somos, simplemente nos adaptamos para poder vivir mejor. Un psicólogo no va a trabajar para quitarte tu "esencia", sino para que puedas disfrutar de ella plenamente.

4.- En la psicoterapia no se hace más que hablar, para eso me desahogo con un amigo.

El psicólogo es un profesional con una carrera universitaria que avala su preparación, al margen de formaciones continuas. Se trata de una persona que, con neutralidad y exenta de juicios de valor, puede ayudarnos a encontrar un camino y a trabajar sobre él para que el cliente mismo sea el artífice de su propia recuperación. Nuestros amigos, nuestros familiares... pueden contar con una buenísima intención pero carecer de las herramientas adecuadas y de la neutralidad necesaria para poder poner el problema sobre la mesa de una manera objetiva, lo que hace que sea difícilmente manejable.

5.- ¿Quién va a conocerme mejor que yo mismo?

Pues la respuesta es que probablemente nadie, por eso precisamente es importante llegar a conocerse bien, analizar por qué hacemos lo que hacemos, por qué sentimos lo que sentimos y cómo podemos llegar a manejar estas situaciones para que no se conviertan en un problema. Durante el tratamiento con psicoterapia se trata de llegar a la base de estos aspectos y, no sin esfuerzo, trabajarlos para que se conviertan en patrones adaptativos, que nos permitan un mayor desarrollo personal.

6.- La psicoterapia es lenta y yo necesito resultados, ¡YA!

Esto es relativo, depende de muchos factores. En primer lugar de la magnitud de la situación a la que nos enfrentemos y de su profundidad. En segundo lugar, de la implicación del propio cliente con su propia terapia y del trabajo particular que realice para poder complementarla. En tercer lugar, de la conexión que establezca con su terapeuta. Como en todas las disciplinas hay grupos de trabajo que encajan mejor y otros que lamentablemente no tienen tanta afinidad. En cuanto a la inmediatez de resultados, difícilmente cualquier situación que se haya desarrollado durante meses o incluso años, se corregirá de la noche a la mañana, por lo que hay que ser consciente de que se trata de una carrera de fondo.

7.- Los terapeutas tratan de hacer que los pacientes dependan de ellos

Puede ocurrir que, en el transcurso de la terapia, el cliente desarrolle una cierta dependencia de su terapeuta. Esto evidencia que esta persona necesita de esta dependencia para poder trabajar sobre un problema consciente o inconsciente y resolverlo. Sin embargo, en la terapia no se trata de fomentar la dependencia, sino de trabajar la autonomía y de ayudar a las personas a asumir la plena responsabilidad de su vida. Incluso cuando un cliente pueda estar experimentando una sensación de dependencia del terapeuta, el objetivo es el de conseguir su independencia.

8.- Los psicólogos son como los videntes, unos timadores

Un psicólogo nunca ofrecerá recetas mágicas a sus clientes, es un profesional cualificado y sigue los dictados de un código ético que le prohíbe realizar prácticas poco ortodoxas. Sigue un método científico con resultados probados y contrastados. Para que una terapia funcione no basta con que el psicólogo realice trucos más o menos efectistas. Es necesario un alto nivel de implicación del paciente y mucho valor para afrontar situaciones que pudieran resultar molestas o desagradables. Hay mucho trabajo a realizar por las dos partes.

9.- La psicoterapia es cara

Como en todos los aspectos de la vida es necesario establecer un orden de prioridades. Así como pocas personas se cuestionan los honorarios de un determinado profesional de la salud (médicos, dentistas...), los honorarios de un psicólogo siempre se ven como algo accesorio. La cuestión es clara ¿prefieres pasar una gripe con o sin aspirinas? Hay personas con una alta tolerancia al malestar y, desde luego, pueden pasar largas temporadas de malestar sin tratar de ponerle remedio, pero ¿merece la pena? El rango de precios de los terapeutas puede ser variable, y ajustable en función de la situación del paciente. No dudes en consultar, puesto que el coste a largo plazo puede ser mucho mayor que la inversión actual.

10.- Remover mis recuerdos no tiene nada de positivo

Puede ser confuso y desagradable, pero afrontar situaciones del pasado puede llevar a desenredar un nudo que en el momento presente nos esté asfixiando. Quizás ni siquiera resulte necesario hacerlo, puesto que se puede trabajar sobre la situación presente, pero en muchas ocasiones resulta una herramienta de altísimo valor para poder llegar a comprendernos en la nuestra totalidad y conocer cómo funciona y qué mecanismos despliega nuestra lógica particular.

Por supuesto, además de estos que acabamos de enumerar, existen muchas creencias y conceptos erróneos, o pueden surgirnos dudas de la mecánica y funcionamiento de un proceso de este estilo.

Por: Kemen Psicología.

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