Promesa.

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Eternidad hecha belleza,
belleza hecha de tu ser,
una mirada tuya basta y sobra,
una sonrisa tuya y en ti
vuelvo a nacer.
Cuán distantes nuestros labios,
cuán lejana de mis pasos vas, mujer,
eres brisa celestial cada mañana
y el último brillo del Sol
en cada atardecer.
Mas cuando la oscuridad llega a mi ventana,
son tus manos las que calman mi ansiedad,
y es que tú, aún estando tan lejana,
das calor a mi alma, en medio de esta fría realidad.
Buscaré entonces tu refugio por las noches
y en tus ojos mis secretos guardaré,
tu corazón me abrigará en cada latido
y entonces sin ningún reproche, en ti habré vivido,
y hasta el último de mis suspiros, mi Princesa, te amaré.

Historia de un Amor PerversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora