Soledad, ya no estás sola.

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Que de tus pasos soy tan solo una huella,
aunque tus palabras marquen el resto de mi vida,
y es que, amor mío, soy por ti y sin ti no existo,
aunque mi presencia no afecte en nada tu partida.
Las lágrimas de un sueño predilecto,
quedan hoy en el olvido
y susurran en silencio desde adentro,
enmudeciendo en un suspiro.
Eras el manto que cubría mi camino
tan corto, tan estrecho;
eras el delta de este amor que corría como un río
y desembocaba en el mar abierto de tu pecho.
Parca soledad, inmersa en desengaños, agoniza en un campo de amapolas;
es un duelo entre cometas, una carrera destructiva: ¡Colisión!
Polvo kamikaze, luz destellante que emana de tu sombra,
emerge de lo oscuro y revive una vez más: Soledad, ya no estás sola.

Historia de un Amor PerversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora