Capítulo 23- ¡Lo inexplicable!

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Eran las 6:30 am. Me levanté dispuesta a ir al hospital a ver como seguía el estado de mi madre, Marceline me acompañaría a verla. Ahora ella es quien está a cargo de la mayoría de mis necesidades, no me gusta sentirme como una carga de nadie... creo que es momento de conseguir un trabajo para apoyar a mi prima. Marceline salió de su habitación con unos tejanos blancos que tenian unas cuántas rasgaduras en el, una camisa semitransparente color naranja y unas zapatillas que hacían juego con su camisa. En cambio yo sólo me coloqué unos pantalones ajustados color azul y una polo blanca, con mis zapatillas deportivas.

-¿Lista cariño?- Marceline me colocó una de sus manos delgadas y heladas sobre mi antebrazo desnudo.
-Si, estoy lista!- miré directamente a Marceline y añadí- Ah, y Marceline... no quieras demostrar pesar por mi, porfavor!
-Liza yo sólo...
-Ya... no importa. ¿Nos vamos?
-Si... ve y montate al auto, las llaves están en el estante.
-Ok.- rodé los ojos a sus espaldas y me fui al auto. Tenía un permiso de faltar cuatro días al Instituto, lo único en que pensaba era en todas esas clases perdidas y en todas esas cosas en las que estaría perdida en la siguiente semana de clases, aparte del estado crítico de mi madre y en las pocas esperanzas que nos quedaban.
Marceline se montó al auto y condujo hasta el hospital. Al entrar, el doctor Sanders hablaba con una de las enfermeras del hospital, al sentir nuestra presencia atravesar las puertas de cristal se volvió a nosotras y caminó.
-Buenos días!- su sonrisa no demostraba tanta preocupación... a pesar de ver diariamente a todas esas personas que sus vidas corrían en un hilo.
-Buenos días, ¿Cómo está mi mamá?- pregunté impaciente.
-Vamos a mi oficina- el repentino cambio en el rostro del doctor me provocó un revoltijo en el estómago.
-Tranquila.- Marceline me pasó su mano por la espalda y me guiño un ojo, se me puso la piel de gallina y seguimos al doctor por aquellos pasillos estrechos llenos de doctores y enfermeras corriendo por todas las direcciones.
Al entrar al oficina tomamos asiento, el doctor hizo lo mismo y apoyó su rostro sobre sus manos hechas puños sobre el escritorio.
-Bueno... Aurora sufrió de un golpe demasiado fuerte en la cabeza, lo que provocó un trauma muy grave a nivel cerebral...- el rostro del doctor se tornó tenso.
-Pero tiene posibilidades de despertar...¿No es cierto?- añadí con la esperanza de escuchar una respuesta positiva.
-Lo siento Liza... pero me temo que no hay muchas posibilidades.

Al escuchar aquellas palabras pude sentir cómo mi mundo se derrumbaba pedazo a pedazo... y con cada pedazo cada recuerdo que tenía con mi madre aparecía, no podía creer ni procesar esas palabras.

-No puede ser cierto...- mi vista se nublo con una ola de lágrimas que se asomaba por mi párpado inferior, una gota se asomó por mi mejilla y me la quité con el pulgar con brusquedad.
-Doctor...- la voz de Marceline se escuchaba quebradiza- ¿está seguro de lo que está diciendo?
-Ojalá pudiera decirles que no Marceline...
-¡Mierda!- dije entre dientes y me levanté rápido de la silla.
-¡¡Liza!!- Marceline apretó el paso detrásde mi-¡¡Espera!!- me jaló por la muñeca y me llevó a su pecho, no pude más y dejé salir todo el mar de lágrimas que estuve reteniendo desde la llamda del hospital.- Todo va a estar bien Liza! Vamos a salir adelante, tranquila. ¡¡No estás sola!!- aquellas palabras retumbaron en mi cabeza como un disco de hockey. Y nos fuimos.

(...)

Ya era de noche, la luz de la Luna entraba discretamente por mi ventana medio cubierta por una cortina púrpura de seda. Usaba una camisa grande para dormir de una tela tan delgada que me encantaba la sensación que causaba sobre mi piel. Fui al tocador, me aplique una crema para el rostro de manzanilla. Me cepille los dientes y me desenredé el cabello, al darme la vuelta "casualmente" Mike estaba sentado sobre mi cama.
-¿Esto para ti ya es normal o qué?- le tiré una mirada fulminante y seguí caminando hasta mi closet en busca de una toalla de mano.
-Pues... creo que si. Me gusta estar rodeado de cosas lindas Liza.
-Pues... vete a una arboleda o algo asi, ahí hay rosas y otras flores. ¡Eso si es lindo!- lo apunté con el índice y sonreí.
-Bueno...¿Pero para qué gastar dinero en una entrada a esa cosa? Si te tengo a ti... tu belleza no se compara a la de una simple flor Liza.
-¡Venga!- reprimi una sonrisa- ¿A qué viene todo esto?... No estoy de ánimos Mike.
-Lo se... por eso vine. ¿Cómo te sientes?
La voz se me quebró de inmediato de sólo pensar en ella- Mal... muy mal- el labio inferior me temblaba y eché a llorar, me tape los ojos con la mano.
Mike se levantó de un brinco de la cama y corrió hacia mi. Me rodeó con sus brazos definidos, y fue cuando entonces... me sentí más segura que nunca, no quería que me soltara. Necesitaba ese abrazo, y la persona que menos pensé me los estaba dando.
-Tranquila Liza, todo va a estar bien. Y si eso no pasa, pues aquí tienes a este loco que se mete a tu habitación en plena noche por tu ventana sólo para verte y molestarte a ti- lo vi a los ojos y me perdí en ese café intenso lleno de ilusión y belleza, sus ojos eran lo más lindo para mi en ese momento.
-Mike...- dije poniendo mis dos palmas sobre su pecho delgado y definido, apartandome. El me jaló por la cintura y me besó. Yyyyy me perdí... en un mundo lleno de paz y placer, los labios de Mike eran la cosa más linda y deliciosa que los míos habian tocado y provado, Mike era diferente... era eso que me sacaba de lo real. Lo amaba... a eso que me hacía sentir. "Lo necesitaba".

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Hola Hola!!!
¿Qué les está pareciendo la historia?
Espero que esté siendo de su agrado, me he emocionado mucho con seguirla.
Gracias por leer, por sus votos y comentarios... se los agradezco mucho en serio.!!

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