Capitulo 10. (R)

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Se dice que Zootopia tiene tantos lugares para esconderse, que en vez de parecerse a una ciudad, parece un hormiguero gigantesco.

Y la broma no es del todo falsa.

Y es que en uno de los tantos lugares abandonados en toda Zootopia, un mamífero de no tan buenas intenciones se ocultaba en la oscuridad de su guarida de lujos. Junto a sus secuaces de maldad y todo su arsenal de armas para vender y traficar. Sin embargo, su atención estaba centrada principalmente en una televisión que reproducía un momento muy especial. Al menos, para dos animales.

―Así que, los dos mejores policías se casaran. ―susurró complacido―. Pero que gran sorpresa, esto habrá que celebrarlo con una pequeña visita de felicitación.―chasqueó los dedos de su pata, para gritar: ― ¡Fango! ¡Rhino! Iremos de visita a la ciudad. Al parecer nuestra pequeña competencia va a tener el día más feliz de su vida.

***

V.Nick:

El alegre momento se había vuelto incomodo gracias a la pregunta-sin-mala-intención de la madre Judy, Bonnie. Una pregunta que solo yo podía responder más no sabía cómo hacerlo. No los había visto en años.

―Hay que hablar con ellos. ―propuso―. Tenemos que decirles la gran noticia. ―bueno, no es por mala que lo hace. Ella solo quiere conocer a mis padres. Si tan solo supiera dónde están...

―Sera mejor hablarlo luego. ―respondí tranquilo, sonriente.

Después de ese pequeño apagón de felicidad, al menos para nosotros dos; todo siguió con normalidad para comenzar a festejar. Que suerte que Boggo me dio el permiso para hacer esto, si no, ¡Uf! estuviera muerto en estos momentos. Cuando le di la señal a Finnick para que comenzara a reproducir la música, todos bajaron para comenzar a bailar y divertirse, por lo que aproveché ese momento para mostrarle lo último que tenía preparado para ella.

Tome por el brazo a Zanahorias, disculpándome con sus padres para irnos y pidiéndole que cerrara sus ojos para no arruinar la sorpresa.

Cuando llegamos a las escaleras, la cargué para evitar que cayera subiéndolas a lo que ella mordió el labio inferior de emoción, o eso creo. Y aunque su pelaje la cubría, podría jurar que su piel estaba completamente roja ahora mismo. La bajé con cuidado al llegar al segundo piso donde eran las oficinas y lugares de trabajo. La tome de la pata para guiarla hacia la sorpresa. Abrí la puerta de la oficina y prendí la luz.

―Alto. ―sus orejas se alzaron al escuchar mi orden.

La giré hacia donde pudiera ver la sorpresa y pedí que abriera los ojos finalmente. Quieta, estaba quieta y no decía nada. Solo la veía subir y bajar lentamente por las respiraciones que daba. Se viró hacia mí para mirar me con una gran sonrisa en el rostro y los ojos solamente rojos pero sin llorar. Al parecer se le han acabado las lágrimas.

―Al parecer quieres verme cansada durante un tiempo ¿Verdad? ―bromeó tranquila.

¿Qué fue lo que hice?

Una decoración completa de su parte de la oficina. En la pared, con el color de nuestros ojos; verde y morado, estaban pintadas la palabra "Judick". Una fusión de nuestros nombres, algo extraña pero que suena bien de todos modos. Y detrás de esas palabras, un mural del atardecer visto desde uno de los campos de Las Madrigueras, y nosotros pintados justo debajo de la fusión de espaldas.

También, y detalle que ella no se dio cuenta, es que n su escritorio estaban impresas todas, las fotos de ella y yo, de sus padres, con algunos de sus hermanos, con algunas de sus hermanas, amigas y demás. El tiempo que estuve haciendo ese collage, me sorprende lo fotogénica que puede ser esa coneja, siempre sale bien en todas las fotos, incluso en la que me cae encima en media foto.

No me importan ellos... Me importas tu. Parte N.-1 (Serie de Fanfics)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora